La dieta verde mediterránea sigue sumando puntos: después de saberse que retrasa la atrofia cerebral y que puede reducir la enfermedad del hígado graso no alcohólico a la mitad, un nuevo estudio israelí mostró que también es benéfica para el corazón y el control del peso
Este régimen de comidas, conocido como MED, tiene un efecto «sorprendente» en la población microbiana del intestino humano o microbioma intestinal, señalaron desde la Universidad Ben-Gurion del Negev.
Según un nuevo estudio de esa universidad israelí, los efectos beneficiosos para la salud atribuidos a la MED son posibilitados por los cambios en el microbioma intestinal, generados precisamente por los ingredientes de la dieta.
Los hallazgos de la investigación pueden «fortalecer» la comprensión de la «importante relación entre nuestra ingesta nutricional, el microbioma y los resultados clínicos», dijo la profesora Iris Shai, de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Ben-Gurion, quien encabezó el estudio.
«Esperamos que al desentrañar el rol del microbioma intestinal podamos seguir mejorando las dietas en el futuro»
Para entender mejor los efectos de la MED, hay que empezar por recordar que la típica dieta del Mediterráneo sigue «los patrones de alimentación tradicionales comunes en los países» de esa región, explicó un artículo de Food Navigator.
En esa nota, la experta Katy Askew apuntó que la dieta mediterránea tradicional «enfatiza el consumo de cereales integrales, pescado, verduras y aceite de oliva», junto con una ingesta «modesta de carnes rojas, huevos y lácteos».
Los grandes beneficios de este régimen de comidas ya vienen siendo celebrados desde hace décadas. Y ahora llegó la variante MED, que refuerza aun más esos efectos.
La MED, resume Askew, está todavía más «enriquecida con polifenoles dietéticos y tiene menos contenido de carne roja y procesada que la dieta mediterránea saludable tradicional».
Para experimentar las diferencias entre la versión tradicional y la nueva variante «verde», los científicos de la universidad israelí llevaron a cabo el estudio en el que los voluntarios cumplieron con una ingesta diaria de nueces (28 gramos).
Además, los participantes consumieron entre tres y cuatro tazas de té verde por día y 100 gramos (en cubos congelados) de batido de lenteja de agua (conocida como Mankai, una variedad rica en proteínas de la planta acuática «duckweed») por día.
La lenteja de agua, destacaron, tiene un alto contenido en proteínas biodisponibles, hierro, B12, vitaminas, minerales y polifenoles, y sustituyó el consumo de carne.
Los resultados del estudio mostraron que, mientras las dos dietas inducen una transformación sustancial en el microbioma intestinal, los cambios en las personas que implementaron la MED fueron «mucho más pronunciados», indicó el informe.
Al parecer, la clave es la lenteja de agua, un elemento «nuevo para el paladar occidental»
En el reporte sobre el experimento, publicado en Genome Medicine, los investigadores afirmaron que los beneficiosos cambios en el intestino de los que realizaron la MED se debieron a «la tendencia de esta novedosa dieta de afectar específicamente las bacterias raras» del microbioma.
«Este fenómeno se debe, posiblemente, al hecho de que el principal componente de la dieta, la lenteja de agua, es nuevo para el paladar occidental, lo que permite que los microbios normalmente ocultos florezcan en el nuevo entorno» intestinal, precisaron.
Finalmente, completó el informe, se pudo «demostrar que, al modificar microbios específicos del intestino» a través de la MED, el microbioma se convierte en «un valioso mediador entre el modelo de dieta verde y sus efectos sobre la pérdida de peso y la reducción del riesgo cardíaco».
«Esperamos que al desentrañar el rol del microbioma intestinal» y los efectos de la MED, «podamos seguir mejorando y personalizando las dietas en el futuro», sintetizó el doctor Ehud Rinott, primer autor del reporte.