Investigadores del Technion, una de las más importantes universidades de Israel, descubrieron que el sistema de recompensas en el cerebro puede ayudar en la recuperación tras un infarto o ataque cardíaco.
El equipo de científicos, encabezado por la estudiante de doctorado Hedva Haykin bajo la supervisión de la profesora Asya Rolls y el profesor Lior Gepstein, se concentró en los sistemas de recompensas, una red cerebral que se activa en distintos estados emocionales.
A partir de allí evaluaron su potencial para mejorar la recuperación del infarto agudo de miocardio (IAM), comúnmente conocido como ataque cardíaco o simplemente infarto.
Los investigadores mostraron cómo en el caso de IAM en ratones de laboratorio la activación de ese sistema del cerebro reduce significativamente la extensión de la cicatrización del infarto resultante y mejora los resultados clínicos ataque al corazón.
Las conclusiones de la investigación, publicadas en la revista especializada Nature Cardiovascular Research, establecieron una conexión causal entre el sistema de recompensa y la recuperación del IAM, introduciendo posibles vías terapéuticas de intervención.
El síndrome del corazón roto
Desde el Technion, que tiene su sede en Haifa, en el norte de Israel, recordaron que desde hace mucho tiempo se sabe que los estados emocionales pueden influir en la función cardíaca.
Por ejemplo, en un caso extremo conocido como síndrome del corazón roto, el estrés agudo puede desencadenar una afección que imita un ataque cardíaco.
El síndrome del corazón roto es una afección en la que parte del músculo cardíaco se debilita rápidamente, pero no hay evidencia de arterias coronarias bloqueadas. De manera similar, los procesos psicológicos tienen un impacto conocido en la recuperación de un ataque cardíaco y en las enfermedades cardiovasculares en general.
La ansiedad y la depresión, por ejemplo, pueden empeorar la condición del corazón, mientras que los estados emocionales positivos pueden mejorarla, apuntaron los expertos.
Los mecanismos fisiológicos detrás de la conexión corazón-cerebro aún no están claros. Pero ahora, gracias en parte a la colaboración Rolls y Gepstein, se puede esperar que los resultados de la investigación conduzcan a mejoras en el tratamiento de las enfermedades cardíacas.
Cuándo ocurren los infartos
Tal como recordaron los investigadores, los infartos ocurren cuando el flujo sanguíneo al músculo cardíaco (miocardio) se obstruye luego de un bloqueo parcial o completo de una arteria coronaria por coágulos de sangre.
En la fase aguda, esto puede provocar una variedad de síntomas graves e incluso una arritmia potencialmente mortal. Y en la fase crónica, la privación prolongada del suministro de oxígeno al miocardio puede provocar necrosis y cicatrización posnecrótica del miocardio como parte de una reacción inflamatoria.
Eso, apuntó el estudio, conduce a una disminución gradual de la capacidad del corazón para bombear, hasta el punto de desarrollar una condición clínica conocida como insuficiencia cardíaca.
Como se mencionó, existe evidencia de que el estado emocional puede influir en el curso de la enfermedad y la recuperación después de un IAM, pero hasta ahora, los mecanismos fisiológicos subyacentes no se conocían bien.
La investigación del Technion revela una nueva conexión mecanicista entre el estado mental y los resultados de la recuperación de un ataque cardíaco.
En ese sentido, los científicos israelíes señalaron que el sistema de recompensa se activa en gran medida mediante la liberación de dopamina en el área tegmental ventral (VTA) del cerebro. Las expectativas positivas y la motivación estimulan las neuronas del VTA.
El futuro del tratamiento de los ataques cardíacos
Estudios previos realizados en el laboratorio de la profesora Rolls demostraron que la activación de las neuronas dopaminérgicas VTA modula la actividad inmune, en parte a través de la regulación del sistema nervioso simpático.
En este nuevo trabajo, la intervención activa en el VTA por parte de los investigadores después de un IAM dio como resultado una modulación favorable de la respuesta inmune dentro del miocardio dañado.
También una reducción de la fibrosis miocárdica, un aumento en la formación de vasos sanguíneos y, como resultado, una mejora en rendimiento cardíaco.
Actualmente existen numerosos métodos para estimular activamente (en lugar de naturalmente) el sistema de recompensa, también en humanos.
Se trata de un efecto que se puede lograr potencialmente mediante medios no invasivos ya disponibles, incluidas intervenciones farmacológicas, biorretroalimentación y ultrasonido enfocado.
Para el Technion, este descubrimiento sobre la conexión entre el cerebro y el infarto podría «tener implicaciones futuras significativas en el tratamiento de los ataques cardíacos».