Un estudio de investigadores israelíes confirmó la importancia de diferenciar entre la grasa subcutánea y la grasa visceral cuando se busca una forma más sana y precisa de bajar de peso.
No toda la grasa es igual en lo que respecta a la pérdida de peso y la salud, destacaron desde el equipo de investigadores, liderado por la profesora Iris Shai, de la Universidad Ben-Gurion del Negev, ubicada en Beer Sheva, en el sur de Israel.
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Si bien la grasa subcutánea (la que está almacenada justo debajo de la piel y podemos sentir cuando nos pellizcamos el abdomen, por ejemplo) puede ser neutra o incluso beneficiosa, la grasa visceral es diferente.
Es que esa grasa abdominal profunda, que rodea órganos vitales como el hígado, el páncreas y los intestinos, es un factor importante en el desarrollo de enfermedades cardíacas, diabetes e inflamación crónica.
Grasas muy distintas
Los dos tipos de grasa difieren no solo en su ubicación, sino también en su actividad metabólica, recordaron desde la universidad.
Por ejemplo, la grasa visceral, almacenada en la profundidad de la cavidad abdominal alrededor de los órganos principales, es metabólicamente muy activa y contribuye a la resistencia a la insulina, la inflamación y un mayor riesgo cardiovascular.
En cambio, la subcutánea actúa como reserva energética e incluso puede tener propiedades protectoras en algunos casos.

Además, diversos estudios mostraron que la visceral libera mayores cantidades de ácidos grasos libres y citocinas proinflamatorias, lo que afecta directamente al metabolismo hepático y la inflamación sistémica.
Por su parte, la grasa subcutánea contribuye menos a estas alteraciones metabólicas.
Lo más importante, remarcaron los investigadores, es que incluso personas con el mismo peso o índice de masa corporal (IMC, conocido también como BMI por body mass index) pueden tener cantidades y distribuciones de grasa visceral muy diferentes.
Algunas pueden tener un volumen absoluto elevado de grasa visceral, mientras que otras pueden tener una mayor proporción de grasa visceral en comparación con la grasa abdominal total, apuntaron.
Eso, sigue el reporte de la universidad israelí, plantea una pregunta crucial: al bajar de peso, ¿es más importante reducir la cantidad absoluta de grasa visceral o reducir su proporción?
Riesgos diferentes
Dos personas con el mismo IMC, señaló la estudiante de doctorado Hadar Klein, quien también participó de la investigación, pueden tener riesgos metabólicos completamente diferentes según la distribución de su grasa visceral.

«Nuestra investigación -dijo Klein- demuestra que estas diferencias son importantes al evaluar los riesgos cardiometabólicos para la salud».
«Comprender la dinámica de la grasa visceral podría conducir a estrategias más efectivas», añadió la doctora Hila Zelicha, otra de las autoras del estudio.
Las personas con una alta proporción de grasa visceral, añadió Zelicha, «podrían beneficiarse de diferentes enfoques dietéticos y de ejercicio en comparación con quienes tienen una gran área de grasa visceral absoluta».
El informe recordó que el IMC y la pérdida de peso total vienen siendo «las métricas de referencia para evaluar las mejoras de salud durante décadas». Pero este estudio, cuyos resultados fueron publicados en BMC Medicine, confirma que «es hora de ir más allá de la balanza«.
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Según los investigadores, los hallazgos «subrayan la importancia de un enfoque personalizado para la pérdida de peso y la salud metabólica».
En ese sentido, completaron, la medicina de precisión, que adapta las intervenciones según las características genéticas, metabólicas y de estilo de vida de cada individuo, «podría mejorar la eficacia de las estrategias dietéticas y de ejercicio» para bajar de peso.