Cada vez más, los científicos israelíes están apostando a la investigación del uso de las drogas psicodélicas para tratar problemas de la salud mental, como la depresión, y sus derivados, entre ellos la obesidad.
Marginadas y despreciadas durante décadas después de su momento de esplendor en los coloridos años ’60, estas sustancias están viviendo un resonante retorno en ambientes científicos alrededor del mundo.
En Israel, la Universidad de Tel Aviv anunció en mayo de este año la inauguración de su Instituto de Investigación Psicodélica Integrativa, que se suma al Laboratorio de Obesidad y Metabolismo de la Universidad Hebrea de Jerusalén, donde ya se venían realizando estudios con estas sustancias.
«Con la visión de revolucionar la salud mental, el Instituto aspira a convertirse en un líder mundial en la exploración científica de los psicodélicos y la medicina psicoactiva», señalaron desde la Universidad de Tel Aviv durante la inauguración del nuevo centro de estudios.
«Una brecha enorme»
Según la profesora Talma Hendler, psiquiatra y neurocientífica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Tel Aviv, y quien está al frente del instituto, «la investigación de la neurociencia psicodélica podría profundizar nuestra comprensión de los componentes básicos neurobiológicos de la mente».
No solamente eso, sino también entender «cómo interactúan con nuestras sensaciones corporales» y, de paso, «cerrar así la brecha entre la mente, el cerebro y el cuerpo», que es «una brecha enorme», destacó Hendler.
Desde la universidad israelí recordaron que, en los últimos años, psicodélicos como el LSD, la psilocibina, la MDMA y la ketamina, que hasta ahora eran vistos con mucho recelo, «mostraron efectos clínicos beneficiosos y brindan una oportunidad única para estudiar ese vínculo complejo» entre mente, cerebro y cuerpo.
Hendler destacó que estas drogas son «una poderosa herramienta experimental con un tremendo potencial para aclarar preguntas fundamentales sobre la esencia de la experiencia mental humana».
«El objetivo principal de nuestro instituto es promover una investigación psicodélica académica rigurosa», apuntó la profesora, quien se declaró «intrigada» por los cambios farmacológicos que los psicodélicos inducen a nivel neurológico.
Aliviar el sufrimiento
Son cambios que se desarrollan «a través del proceso de neuroplasticidad, ya sea formando nuevas células neuronales o creando nuevas conexiones sinápticas en regiones específicas del cerebro», indicó.
Tal plasticidad, concluyó, «podría explicar el importante potencial terapéutico de los psicodélicos para aliviar el sufrimiento de condiciones resistentes al tratamiento, como la depresión suicida, los trastornos de estrés postraumático, el dolor crónico y la angustia del final de la vida».
En otro frente de la salud mental, una empresa israelí que trabaja con la Universidad Hebrea de Jerusalén ya anunció en enero de este año «resultados positivos» en pruebas clínicas con una nueva droga para un tratamiento «psicodélico» de la obesidad.
Se trata de una investigación con la droga MEAI llevada a cabo por la compañía Clearmind Medicine en los laboratorios de la universidad de Jerusalén como parte de un programa de colaboración con la empresa de transferencia de tecnología de la institución de la capital israelí, Yissum.
«Posibles agentes terapéuticos»
En aquel momento, el profesor Yossi Tam, uno de los líderes del estudio y figura reconocida en este terreno, declaró que el trabajo mostró «por primera vez que el efecto de MEAI sobre la obesidad funciona al alterar varios procesos metabólicos en el cuerpo», como el gasto de energía y el almacenamiento de grasa, «para promover la pérdida de peso».
Entrevistado por el periódico Perfil, de Buenos Aires, el profesor Tam indicó que existen «varios factores que llevaron a un cambio en la percepción» de las drogas psicodélicas, que pasaron de «malas» a «posibles agentes terapéuticos».
Uno de esos «factores», agregó, fue «el aumento de la investigación científica sobre los posibles beneficios médicos de estas sustancias», que demostró que «tanto el cannabis como el LSD tienen propiedades farmacológicas únicas que pueden ser útiles para tratar una variedad de afecciones, como el dolor crónico, la ansiedad y la depresión».