El estudio descubrió que la interacción entre las madres y sus hijos pequeños se reduce en un factor de cuatro cuando usan sus teléfonos inteligentes, lo que podría dañar el desarrollo del niño «y tener consecuencias aún mayores y de más alcance»
Encabezado por la doctora Katy Borodkin, de la Facultad de Medicina de la universidad israelí, el experimento involucró a decenas de madres de niños pequeños, de dos a tres años de edad.
«Nuestro objetivo fue simular situaciones en la vida real en las que la madre tiene que cuidar a su hijo y, al mismo tiempo, dedica parte de su atención a su teléfono inteligente», explicó Borodkin.
Para ello, los encargados del experimento pidieron a las voluntarias que realizaran tres tareas diferentes, comenzando por navegar por una página designada de la red social Facebook y dar «me gusta» a los videos y artículos que les resultaran interesantes.
Las madres «desconocían el propósito del experimento, por lo que se comportaron de forma natural» durante el estudio
También debieron leer revistas impresas en papel y marcar artículos que les interesaban y, finalmente, jugar con el niño mientras el teléfono inteligente y las publicaciones estaban fuera de la habitación.
Las madres, apuntó Borodkin, «desconocían el propósito del experimento, por lo que se comportaron de forma natural al dividir su interés entre los niños pequeños y el teléfono inteligente y las revistas».
«Grabamos en video todas las interacciones entre las madres y los niños pequeños y luego escaneamos las grabaciones cuadro por cuadro en un intento de cuantificar la interacción madre-hijo», precisó.
Para esa cuantificación, los investigadores definieron tres componentes de la interacción madre-hijo. El primero de ellos, el contenido lingüístico de la relación de la madre con el pequeño, teniendo en cuenta que una comunicación pobre deriva en un vocabulario reducido en los niños.
También estudiaron la interacción «social» durante las comunicaciones entre ambos y, en tercer lugar, la capacidad de respuesta materna, es decir, en qué medida respondían a los pedidos de atención de los hijos.
En comparación con la situación en las que jugaban con los pequeños sin interrupciones, los expertos de la Universidad de Tel Aviv descubrieron que «las madres hablaban hasta cuatro veces menos con sus hijos mientras usaban su teléfono inteligente», indicó el reporte.
Las consecuencias de una interacción inadecuada madre-hijo, y también padre-hijo, «pueden ser de gran alcance»
Incluso cuando podían contestar mientras navegaban por Facebook, la calidad de la respuesta se redujo, dijo Borodkin. En todo caso, añadió, «las madres mantuvieron esa capacidad de respuesta al mínimo para evitar una interrupción total en la comunicación con el niño».
Teniendo en cuenta los resultados del experimento -que se pueden leer, en inglés, haciendo click aquí– no hubo mayores diferencias entre las experiencias estudiadas mientras las madres navegaban por internet o leían revistas en papel.
«No encontramos que un medio distraiga más que el otro -reconoció Borodkin-. Sin embargo, está claro que usamos teléfonos inteligentes mucho más que cualquier otro medio, por lo que representan una amenaza significativa para el desarrollo» de los niños, aseveró.
Si bien el uso tan amplio de teléfonos inteligentes es un fenómeno nuevo, «nuestros hallazgos indican un impacto adverso en la base del desarrollo infantil», apreció la doctora israelí.
Las consecuencias de una interacción inadecuada madre-hijo, y también padre-hijo, «pueden ser de gran alcance», advirtió.