Una investigación de científicos de la Facultad de Biotecnología e Ingeniería de Alimentos del Technion, la universidad basada en Haifa, en el norte de Israel, descubrió que la comida procesada podría no ser tan mala para la salud como algunos expertos aseguran.
En realidad, comida procesada es cualquier alimento que ya no se encuentra en su estado natural, crudo.
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Según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, son todos los productos animales y vegetales naturales que fueron modificados.
Las modificaciones incluyen, por ejemplo, el lavado, la molienda, el picado, calentamiento, pasteurización, cocción, enlatado, la congelación, el secado, la deshidratación, la mezcla o el envasado.
Es decir, prácticamente cualquiera de nuestras comidas del día, desde un café con leche a la mañana a un plato de pastas o una ensalada al mediodía o la noche.
Por supuesto, la mala fama de los alimentos procesados tiene una razón atendible, y tiene que ver con sus parientes ultraprocesados y, un poco más lejos, la comida chatarra.
En todo caso, los resultados del estudio israelí -que fueron publicados en la revista Food Hydrocolloids– mostraron que los alimentos procesados no son a priori malos para nosotros, a pesar de su mala reputación, y que con el correcto agregado de proteínas pueden ayudar a nuestros cuerpos.
Presentado a las amiloides
¿Cómo es esto? Hay que ir paso por paso.
Primero, recordar que aunque en general se señala a estos alimentos como aquellos que pasaron por procesos drásticos, como los cereales para el desayuno o la carne enlatada, también pueden incluir otros más saludables como frutas y verduras congeladas o el yogurt, por ejemplo.
Por otro lado, necesitamos proteínas para mantener nuestra salud. Su consumo adecuado tiene un gran impacto en nuestro bienestar e incluso afecta los niveles de apetito o fatiga.
Durante el experimento, los investigadores del Technion descubrieron un puente entre estos dos universos: vieron que agregar a la comida procesada un cierto tipo de proteína conocido como amiloide ayuda al proceso digestivo.
Los amiloides también tienen mala reputación, ya que son proteínas que forman placas que se acumulan en el cerebro de personas que padecen enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson y el Alzheimer.
Esas placas se forma en los espacios entre las células nerviosas, lo que altera la memoria, atrofia zonas clave del cerebro y termina por causar una pérdida significativa de la funcionalidad de ese órgano.
Comprendiendo el destino de las proteínas
Sin embargo, los científicos del Technion descubrieron que agregar amiloides a los alimentos procesados puede promover la salud intestinal al imitar el efecto de la fibra que se encuentra en la fruta y los cereales integrales.
«Actualmente sabemos cómo controlar y formular con precisión los alimentos y estimar en laboratorio cómo se digerirán sus diferentes componentes en el cuerpo de diferentes consumidores», señaló el profesor Uri Lesmes, uno de los líderes del estudio.
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Aplicando herramientas innovadoras, afirmó, este enfoque «nos ayudará a comprender el destino de las proteínas y los componentes alimentarios en los cuerpos de diferentes consumidores e incluso puede facilitar el desarrollo de opciones dietéticas personalizadas».
«Creo que esta investigación abre nuevas vías para comprender el potencial de alimentos procesados ‘inteligentemente’ para ampliar las fuentes de nutrición humana y mejorar la salud», completó Lesmes.