Una nueva tecnología desarrollada por investigadores de la Universidad de Tel Aviv podría detectar los primeros síntomas del Mal de Parkinson hasta veinte años antes de la aparición de los primeros síntomas motores, analizando la agregación de proteínas en células.
El método se basa en la microscopía de altísima resolución combinada con el análisis computacional, lo que permite un mapeo preciso de las moléculas y la estructura de los agregados proteicos, un sello distintivo de la enfermedad de Parkinson.
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Los investigadores afirmaron que el método «puede utilizarse para identificar signos tempranos y permitir el tratamiento preventivo en personas jóvenes con riesgo de desarrollar Parkinson más adelante en sus vidas».
«En el futuro -apuntaron-, la tecnología también puede adaptarse para el diagnóstico temprano de otras enfermedades neurodegenerativas, incluido el Alzheimer».
El mal de Parkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativa más prevalente en el mundo después del Alzheimer, señaló el profesor Uri Ashery, uno de los líderes de la investigación.
Actualmente, precisó, «viven en todo el mundo alrededor de 8,5 millones de personas con Parkinson y cada año se diagnostican 1.200 nuevos pacientes en Israel».
Esta enfermedad debilitante se caracteriza por la destrucción de las neuronas dopaminérgicas (productoras de dopamina) en el área del cerebro conocida como sustancia negra.
A veces la ayuda llega muy tarde
Los médicos de hoy diagnostican la enfermedad principalmente en base a síntomas clínicos como temblores o dificultades para caminar, junto con cuestionarios que responden los pacientes.
El gran problema es que esos síntomas suelen aparecer en una fase relativamente avanzada de la enfermedad, cuando más del 50 por ciento y hasta el 80 por ciento de las neuronas dopaminérgicas de la sustancia negra ya están muertas.
Por esa razón, los tratamientos disponibles después de detectar el Parkinson tienen efectos bastante acotados y, por lo general, se limitan a abordar problemas motores.
«En este estudio -remarcó Ashery- comenzamos a desarrollar una herramienta de investigación que permita diagnosticar el Parkinson en una etapa mucho más temprana, cuando aún es tratable y se puede prevenir el deterioro».
Una cuestión de proteínas
La candidata a doctorado Ofir Sade, también responsable del estudio, cuyos resultados se publicaron en Frontiers in Molecular Neuroscience, recordó que «una característica conocida del Parkinson es la muerte celular resultante de agregados de la proteína alfa-sinucleína».
La proteína comienza a agregarse unos quince años antes de que aparezcan los síntomas, y las células comienzan a morir entre cinco y diez años antes de que sea posible el diagnóstico con los medios disponibles hoy en día, añadió Sade.
Eso significa que «disponemos de un amplio margen de tiempo de hasta veinte años para el diagnóstico y la prevención, antes de que aparezcan los síntomas».
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«Si podemos identificar el proceso en una etapa temprana en personas de 30, 40 o 50 años -se esperanzó Sade-, es posible que podamos prevenir una mayor agregación de proteínas y la muerte celular».
Estudios previos demostraron que los agregados de alfa-sinucleína también se forman en otras partes del cuerpo, como la piel y el sistema digestivo.
Para este experimento, los investigadores examinaron biopsias de piel de siete personas con Parkinson y siete sin ella, recibidas de los centros médicos israelíes Sheba, Ijilov y Meir.
Un microscopio especial
Los expertos examinaron las muestras bajo un microscopio especial, aplicando una técnica innovadora llamada imágenes de súper resolución, combinada con análisis computacional avanzado.
«Eso nos permitió mapear los agregados y la distribución de las moléculas de alfa-sinucleína», indicó Sade.
«Como era de esperar -reportó-, encontramos más agregados proteicos en personas con Parkinson que en personas sin la enfermedad. También identificamos daños en las células nerviosas de la piel, en zonas con una gran concentración de la proteína patológica».
Ahora, «nuestro objetivo es determinar el momento exacto en el que una cantidad normal de proteínas se convierte en un agregado patológico», continuó la investigadora.
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Junto a expertos de la Facultad de Informática de la Universidad de Tel Aviv, trabajarán para desarrollar un algoritmo de aprendizaje automático que identifique las correlaciones entre los resultados de las pruebas motoras y cognitivas y nuestros hallazgos bajo el microscopio.
«Con este algoritmo, podremos predecir el desarrollo futuro y la gravedad de diversas patologías» y, eventualmente, poder detectar de manera temprana el Parkinson y el Alzheimer, completó la académica israelí.