La ensoñación excesiva, o vivir en un mundo de fantasía donde la imaginación llega a remplazar la interacción humana, es un trastorno disociativo que debe ser tratado como tal por los médicos y no simplemente un fenómeno psicológico, afirmó una profesora israelí.
«Los tratamientos inespecíficos a menudo no mejoran los síntomas», advirtió la profesora Nirit Soffer-Dudek, de la Universidad Ben-Gurion del Negev, en el sur de Israel y considerada una de las principales expertas mundiales en ensoñación excesiva o desadaptativa.
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Según la académica, «la evidencia inicial sugiere que las intervenciones clínicas dirigidas pueden ser prometedoras para mejorar sustancialmente el bienestar» de las personas con este problema.
Con un artículo de posición (un documento de opinión abierto al debate) publicado en la prestigiosa revista British Journal of Psychiatry, Soffer-Dudek se lanzó de lleno en las polémicas alrededor de la ensoñación excesiva.
Soffer-Dudek pidió en el artículo que la ensoñación desadaptativa se convierta en un trastorno «independiente» en los manuales de psiquiatría, para que se fomente la investigación y el tratamiento y aumente su visibilidad entre los profesionales.
Un trastorno «inflexible y estructurado»
La profesora israelí y los otros autores del documento argumentaron que la ensoñación excesiva «cumple criterios similares a los de muchos otros trastornos disociativos ya incluidos en manuales de diagnóstico», señaló un comunicado de la Universidad Ben-Gurion del Negev.

Por ejemplo, señalaron, «es inflexible y estructurado» y «genera y exacerba el malestar psicológico».
Reconocerlo como un trastorno puntual, señaló el reporte, «aumentará la concienciación entre profesionales clínicos e investigadores y facilitará el desarrollo de protocolos de intervención específicos».
Los autores del documento propusieron criterios diagnósticos «claros» que diferencian la ensoñación diurna ocasional o normal de la ensoñación excesiva, que tiene consecuencias dañinas.
Quienes sufren este problema, apuntaron los expertos, no están simplemente soñando despiertos, sino que se sumergen «en un elaborado mundo de fantasía que perjudica la función diaria».
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También usan ese mundo de fantasía para afrontar la angustia, reconocen que muchas veces no pueden salir de esa construcción imaginativa y que incluso prefieren el daydreaming a la vida real.
Una inclusión de los problemas de vivir en un mundo de fantasía en los manuales psiquiátricos puede promover el conocimiento clínico y la investigación sobre el síndrome, además del desarrollo de protocolos de tratamiento más eficaces, concluyó la profesora Soffer-Dudek.