No solamente las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) entraron en acción después del ataque terrorista que dejó 1200 muertos y más de 200 secuestrados en el sur del país: un ejército de payamédicos se alistó para ayudar a los sobrevivientes a sonreír otra vez.
«Están en los hospitales desde el 7 de octubre con sus narices rojas y ropas coloridas, y también repartidos en refugios en el sur y en hoteles con los evacuados» de las comunidades fronterizas con Gaza «que todavía están traumatizados», contó el portal Walla en un reportaje sobre los payasos.
Muchos de ellos pertenecen al grupo Dream Doctors Project, una organización de payamédicos conocida en todo el mundo. «No descansaron ni un momento en el último mes», escribió Doron Kuperstein, el autor del artículo para el popular website israelí.
En los pasillos y habitaciones de hospitales en todo el país, describió, «utilizan mucho humor, canciones e imaginación para apoyar, crear conexiones humanas, aliviar la ansiedad, la soledad y la depresión» causadas por las brutales acciones de los terroristas de Hamas en el «sábado negro».
Nimrod Isenberg recordó que en una de sus primeras visitas al centro médico Ijilov, en Tel Aviv, se encontró con una pareja que había logrado escapar a la masacre pero cuya hija fue secuestrada el 7 de octubre.
«No sabíamos qué decirles ni cómo levantar la moral, pero sentimos que teníamos que expresarles todo nuestro apoyo -rememoró Nimrod uno de los payamédicos de Israel-. Había varios familiares en la habitación y los padres, que estaban hospitalizados, estaban sentados en el centro».
Un respiro para el dolor
Cuando vieron venir a los payasos, «sus ojos dijeron que necesitaban un poco de energía fortalecedora y un respiro para el dolor interminable», siguió el payaso médico. «Nos abrazamos y tocamos una canción improvisada» hasta que llegó el momento emocionante, «cuando cantaron el coro con nosotros y sonrieron con un alivio momentáneo».
Leah Weiss, también integrante de el Dream Doctors Project, compartió una de sus historias con Walla. Había terminado su turno en el hospital Shaare Zedek, en Jerusalén, y estaba por irse a casa para un merecido descanso cuando le tocó «emocionarme de nuevo».
Una jovencita internada en el sanatorio de la capital israelí, a la que le sacaron varias balas del cuerpo, recién se despertaba y la ocasión merecía una canción. «Ella se unió a nosotros, cantó, susurró un poco a través de la máscara de oxígeno, y se volvió a dormir», relató Leah, conocida como la payasa Rosie.
En el Hospital Barzilai, en Ashkelon, en el sur de Israel, una enfermera se acercó a Hagar Hofesh, que en ese momento ya se había convertido en la payasa Mimí. Se trataba de un soldado en cuidados intensivos que no había vuelto a abrir los ojos desde que lo admitieron el 7 de octubre.
«Let It Be»
«Me acerqué, me paré a su lado y comencé a tocar el ukelele y a cantarle Let It Be -relató Hagar-. Canto y canto y canto y de repente dos ojos se abren, mirándome. Y tengo tanto miedo, miedo de asustarlo y me apresuro a explicarle: ‘Oye, soy Mimí y he venido a cantarte’«.
El joven soldado la miró y le dijo «tienes una voz preciosa», y volvió a cerrar los ojos, recordó la payasa médica.
Hagar se emocionó, puso su mano sobre la del soldado y le preguntó: «¿Te duele? ¿Necesitas algo?». Por respuesta, solamente volvió a abrir los ojos y le dijo: «No, gracias», para volverse a dormir.
«Nunca olvidaré este momento y muchos más que mi corazón es casi incapaz de contener y que vendrán después», resumió Hofesh.













