Un año más de moda: en el 2023, los nombres de orígenes hebreos o bíblicos fueron de los más populares entre los elegidos por los padres y las madres de Argentina para sus bebés.
Según la información oficial del Registro Nacional de las Personas de la nación sudamericana, nombres como Benjamín, Isabella y Mateo aparecen una vez más entre los preferidos.
De todas maneras, Benjamín, que venía encabezando el ranking en los últimos años, le dejó el primer lugar para el 2023 a Felipe, un nombre de raíces griegas (Philippos) y luego latinas (Philippus).
Entre las niñas, el nombre más popular el año pasado -según el recuento que preparó el diario La Nación, de Buenos Aires- fue Olivia, que proviene de olivus, la palabra en latín para el árbol del olivo (que, en todo caso, también remite a Medio Oriente y la Tierra de Israel).
Detrás de Felipe, el top ten de los nombres para los cerca de 283.050 bebés varones que nacieron en Argentina durante el 2023 aparecen Mateo, Benjamín, Valentino, Bautista, Julián, Benicio, Lorenzo, Joaquín y Tomás, en ese orden.
El nombre Benjamín es una derivación del hebreo Binyamin, el hijo menor del patriarca Yaakov y de Rahel, y el progenitor de una de las doce tribus de Israel. Mateo, por su parte, es la versión latinizada de Matityahu, el padre de Yehuda el macabeo.
Otro de los nombres de orígenes hebreos es Joaquín, que llega desde el rey que gobernó Judá entre el 608 y el 598 antes de la era cristiana: se escribe a veces Jehoiakim y, en español, Joaquim, Joacim o Joacín.
Una fuerte carga emocional
Olivia, en tanto, quedó en el primer lugar de una lista que se completó con Emilia, Isabella, Catalina, Emma, Martina, Sofía, Delfina, Valentina y Renata, del segundo al décimo lugar.
En este ranking, la presencia de nombres hebreos es menor, aunque en el distinguido tercer puesto permanece Isabella, una derivación de Elisheba, la esposa de Aarón y cuñada de Moisés. Algunas interpretaciones afirman que deriva del nombre de la diosa egipcia Isis.
«Pocas son las cosas que nos hacen singulares y gozan de una aceptación del otro tan complaciente como el nombre propio», le dijo al diario argentino la psicoanalista Susana Kura Mauer.
«Si bien forman parte de las modas, cuando los padres dan un nombre a sus hijos invisten esa elección con una fuerte carga emocional«, añadió la especialista, según la cual «una vez que el niño nace el nombre propio pasa a ser algo inseparable».