Una sencilla y rápida mirada a nuestro alrededor nos puede permitir darnos cuenta de que, en la vida cotidiana, Einstein está siempre presente.
Einstein nació el 14 de marzo de 1879 en la ciudad alemana de Ulm, sobre el río Danubio.
No hace falta mucho esfuerzo para reconocerlo como uno de los más grandes científicos de la historia, por haber desarrollado la Teoría de la Relatividad y haber garabateado alguna vez la fórmula más famosa: E=mc².
Su rostro aparece todo el tiempo en revistas, posters, camisetas, libros y panfletos, en la televisión o en el cine. Y sus escritos y cartas siguen provocando polémicas décadas después de haber sido escritos.
Pero Einstein también está presente, muy presente en realidad, en la vida cotidiana de los habitantes contemporáneos de la Tierra, rodeados de incontables artefactos que, de una u otra manera, abrevaron en sus teorías y fórmulas.
Los «bisnietos intelectuales» de Einstein
«En el terreno de la tecnología, en nuestra vida cotidiana, tenemos a Einstein en todos lados, una miríada de avances tecnológicos son bisnietos intelectuales de Einstein», explicó a IsraelEconómico el profesor Hanoch Gutfreund.
«No hay dudas sobre la relevancia científica de Einstein hoy, pero también desde el punto de vista tecnológico» su herencia es inconmensurable, añadió Gutfreund, director académico de los archivos del científico en la Universidad Hebrea de Jerusalén.
«Todo lo que sabemos hoy sobre el Universo, cómo empezó, como se expandió, todo eso es una continuación de su Teoría de la Relatividad, y todavía no se terminó de explorar lo que hay en esa teoría, con sus ecuaciones tan complicadas», añadió.
Gutfreund recordó, por ejemplo, que «la detección de agujeros negros fue predicha por Einstein, el conocimiento en esa materia es parte de sus teorías».
Pero, además, «sus teorías tienen consecuencias tecnológicas muy importantes», continuó el director académico de los Archivos Einstein. «Por ejemplo -destacó-, la tecnología láser se deriva de sus brillantes ideas«.
Una de las más impactantes derivaciones de las teorías de Einstein en la vida cotidiana de hoy es la tecnología GPS.
Es que «una de las consecuencias de su Teoría de la Relatividad es que el tiempo, el ritmo del tiempo depende del campo gravitacional donde se encuentre el reloj» que lo esté midiendo.
Midiendo el tiempo
Un reloj, explicó Gutfreund, «se mueve en la Tierra más despacio que en el espacio, adonde están los satélites» que procesan y gestionan la información que permite a los sistemas GPS ofrecer coordenadas de tiempo y espacio en la superficie del planeta, ya sea en automóviles como en celulares y cientos de otras aplicaciones.
«Para poder aplicar la tecnología GPS hay que saber cómo medir el tiempo que toma a una señal desde el satélite hasta la Tierra», indicó el profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén. «Si no lo supiéramos, no tendríamos GPS», completó, agradeciendo a Einstein por sus teorías con consecuencias.
En una entrevista del 2015 con el diario ABC, de Madrid, el investigador español José Luis Fernández Barbón, del Instituto de Física Teórica del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, añadía algunas precisiones.
«Si los GPS no tuvieran en cuenta la relatividad del tiempo, debida a la velocidad de los satélites y a su altura en el campo gravitacional de la Tierra, los relojes atómicos de su interior perderían la calibración», explicó Fernández Barbón. «Al cabo de un día, acumularían un error de kilómetros y dejarían de ser útiles», graficó el científico español.
Y, por supuesto, todo lo que tiene que ver con la energía nuclear, desde las bombas atómicas a los reactores nucleares o la radiactividad, «está relacionado con la famosa ecuación de Einstein», son procesos que «implican cambios de masa en los núcleos que se traducen en cambios de energía», completó Fernández Barbón.
Conciencia de paz
En ese sentido, Gutfreund destacó que fueron justamente las consecuencias de sus teorías sobre la energía nuclear las que angustiaron a Einstein hasta el final de su vida.
Tanto que, pocas semanas antes de su muerte, se preocupó por firmar el famoso manifiesto preparado en 1955 por el filósofo y matemático británico Bertrand Russell.
El documento terminó siendo conocido como el Manifiesto Russell-Einstein, que en medio de la Guerra Fría estableció las bases para el movimiento contra la proliferación de armas nucleares.
También en ese terreno, Einstein sigue presente y cotidiano, a más de 140 años de su nacimiento.