Nació en Alemania en 1933 y, a los seis años, frente al avance del nazismo, fue uno de los niños que escapó del Holocausto al ser evacuado a Gran Bretaña en la operación Kindertransport: instalado en Estados Unidos, terminó siendo el científico que confirmó el Big Bang.
Arno Allan Penzias, un notable físico y radioastrónomo, falleció en la ciudad estadounidense de San Francisco el 22 de enero del 2024 a los 90 años de edad, debido a complicaciones relacionadas con el mal de Alzheimer. En 1978, recibió el Premio Nobel de Física.
Penzias «escapó del Holocausto con la ayuda de un hombre al que nunca conoció -contaba en junio del 2022 un artículo del National Geographic-. Ese acto secreto de generosidad cambió su vida y nuestra comprensión del universo».
Todo comenzó en el mismo país donde se desarrollaría la carrera del científico. En vísperas de la Segunda Guerra Mundial, muchos judíos en Estados Unidos se lanzaron a la desesperada búsqueda de fondos para sacar de Europa a familiares, amigos y, en muchos casos a desconocidos.
Uno de esos rescatistas fue Leo Gelbart, un joven inmigrante alemán que iba casa por casa, negocio por negocio de la comunidad judía de Belleville, en Nueva Jersey, pidiendo dinero para salvar gente del Holocausto.
Gelbart, cuenta Katie Sanders en la nota del National Geographic, llevaba encima una fotografía en blanco y negro «de sus amigos de Munich: una bonita pareja llamada Karl y Justine Penzias, sosteniendo en brazos a sus hijos Arno y Guenther, de seis y cuatro años».
Un barco a Nueva York
Finalmente, gracias al esfuerzo de personas como Gelbart y los comerciantes que aportaron los fondos y los papeles, la familia Penzias logró escapar y llegar a territorio norteamericano. Pero el recorrido fue complejo y peligroso.
En 1939, mientras aceleraban los preparativos para salir de Alemania, Karl y Justine enviaron a sus hijos a Inglaterra como parte del Kindertransport, una operación británica que sacó a 10.000 niños, en su mayoría judíos, fuera del territorio nazi.
Los hermanos estuvieron en un orfanato y fueron acogidos por familias sustitutas, hasta que sus padres pudieron finalmente recogerlos en Gran Bretaña, desde donde partieron hacia Nueva York en barco.
Arribaron en enero de 1940 y consiguieron un apartamento en el Bronx, «donde los chicos empezaron la escuela y aprendieron inglés», relata Sanders. Arno se graduó en el Brooklyn Technical High School y en el City College, sirvió en el ejército y se doctoró en física en la Universidad de Columbia.
Luego consiguió un empleo en los Laboratorios Bell y, en la década de 1960, junto a su compañero de investigación Robert Wilson, descubrieron juntos «la radiación cósmica de fondo de microondas, que confirmó la teoría cosmológica del Big Bang», el hallazgo que les sirvió para ser galardonados con el Nobel.
El destino marcado por la mano de un desconocido
La crónica del National Geographic gira más alrededor del costado humano que del científico de Penzias. En especial, sobre el «ángel» anónimo que firmó los papeles burocráticos que permitieron que su familia se instalara en Estados Unidos.
Se trataba de Barnet Yudin, el propietario de una tienda de pintura que puso su nombre en la declaración jurada que «aseguraba» que los Penzias merecían mudarse al país norteamericano.
La cuestión es que Yudin ni siquiera conocía a la familia de Munich. Su nombre, señaló Sanders, recién salió a la luz en el 2012, cuando el hijo de Arno, David Penzias, encontró un sobre entre unos papeles familiares con una copia de la declaración jurada.
Yudin, sin saberlo, posibilitó que, muchos años después, se concretara un gran paso de la ciencia.
En 1964, Penzias y Wilson construyeron un sistema de antena y receptor más sensible, para uso en astronomía, y se toparon con un «ruido de radio» que no pudieron explicar. No eran señales provenientes de la Vía Láctea ni de la ciudad de Nueva York.
Un gigante de la astronomía
Después de revisar sus descubrimientos y pedir la opinión de colegas científicos, se estableció que se trataba de lo que se conoce como CMB, la radiación cósmica de fondo de microondas, el remanente de radio del Big Bang, la explosión que habría dado origen a nuestro universo.
«El mundo de la astronomía perdió a un gigante con la muerte de Arno Penzias, que ayudó a definir el origen y la evolución del cosmos tal y como lo conocemos», resumió el portal Astronomy.com.
Durante muchos años después de su histórico descubrimiento, añadió el sitio, Penzias «continuó con una exitosa e importante carrera». Pero aquel hallazgo «revolucionario sería la acción que haría que nuestra comprensión de la cosmología se convirtiera en algo concreto», completó.
Una revolución sobre el Big Bang que no hubiera ocurrido de esta manera sin la ayuda de Yudin, Gelbart y los organizadores del Kindertransport, quienes arrancaron a un futuro Nobel de las garras del nazismo y el Holocausto.