La nave espacial israelí «Bereishit» ya fue lanzada el viernes hacia la Luna desde Cabo Cañaveral a bordo de un cohete SpaceX Falcon 9 y ahora habrá que esperar hasta el 11 de abril para verla descender sobre la superficie del satélite de la Tierra.
El despegue, que se llevó adelante de manera perfecta en la base espacial norteamericana en el estado de Florida, fue seguida en vivo a través de internet y la televisión por miles de israelíes, incluído el primer ministro, Benjamin Netanyahu.
«¡Después de Estados Unidos, Rusia y China, Israel en camino a la Luna!», escribió el primer ministro en su cuenta de Twitter.
Netanyahu subió además un video de 48 segundos con una síntesis del discurso que pronunció en el microcine de SpaceIL -la organización detrás del proyecto- desde donde siguió el despegue junto a su esposa y funcionarios.
«Bereishit» salió hacia el espacio gracias a un proyecto gestionado por SpaceIL, que es una organización sin fines de lucro, y con financiación privada, con aportes provistos tanto por millonarios como por alumnos de las escuelas primarias de Israel.
Así, se convirtió en la primera nave espacial de este tipo que sale al espacio construída con fondos privados. Otro detalle interesante es que «Bereishit» compartió cohete con un satélite de comunicaciones de Indonesia, país con el cual mantiene contactos comerciales y de seguridad de bajo perfil, pero no relaciones diplomáticas.
Ya en sábado se empezaron a conocer los primeros reportes desde la nave espacial, incluyendo algunos que provocaron moderadas preocupaciones. Es que, según se informó, el brillo del Sol está causando más impacto del previsto en el sistema de orientación de «Bereishit», algo que -aseguraron- es un asunto menor y no pone en peligro la misión.
En realidad, «Bereishit» tiene dos misiones. Una es científica y la otra es educativa. La primera tiene como objeto de estudio el campo magnético de la Luna, y la segunda está en el centro de un amplio proyecto de difusión del amor por la ciencia entre los estudiantes israelíes.