Investigadores de Israel y Gran Bretaña lograron aislar tres genes de plantas silvestres que pueden ayudar a enfrentar las enfermedades producidas por ciertos tipos de hongos que diezman los cultivos de trigo y otros cereales
El experimento se vio facilitado por varias innovaciones tecnológicas que redujeron drásticamente el tiempo necesario para identificar y aislar genes de especies de plantas silvestres y transferirlos a plantas cultivadas.
Del estudio, que se llevó a cabo en laboratorios israelíes y británicos, participó un equipo de científicos de la Universidad de Tel Aviv encabezado por el profesor Amir Sharon, director del Instituto de Investigación de Cultivos de Cereales.
Según se informó, dos de los genes fueron aislados por un equipo internacional liderado por científicos británicos, y el tercero por los investigadores israelíes.
Este gen proporciona resistencia contra dos enfermedades diferentes: la roya de la hoja y la roya lineal.
El trigo, recordaron los investigadores, suministra alrededor del 20 por ciento de todas las calorías y proteínas consumidas por la humanidad, un índice que sube hasta el 50 por ciento en algunas regiones.
Existe una «necesidad urgente de producir variedades de trigo capaces de prosperar» en «condiciones ambientales extremas»
Sin embargo, a lo largo de los milenios, el proceso de cultivo redujo la diversidad de variedades de trigo y, en consecuencia, las más modernas son más vulnerables que sus predecesoras a enfermedades, plagas y amenazas climáticas, explicaron.
En la actualidad, señaló el reporte de la universidad israelí, la escalada de la crisis climática está creando la «necesidad urgente de producir variedades de trigo capaces de prosperar» en «condiciones ambientales extremas» y «resistir plagas y enfermedades».
«Así como cada uno de nosotros lleva solo una pequeña parte de los genes de sus abuelos, el trigo cultivado contiene solo un remanente de la herencia genética de sus antiguos ancestros», describió el profesor Sharon.
«Dado que el trigo se originó en nuestra parte del mundo -precisó el académico israelí-, los cereales silvestres que crecen en nuestra región son los progenitores del trigo cultivado, y aún portan una rica variedad de rasgos genéticos que se pueden utilizar para desarrollar variedades mejoradas».
Sharon dijo que ciertos rasgos de las plantas silvestres ya se han incorporado al trigo cultivado a lo largo de los años, pero que este «gran potencial genético permaneció en su mayor parte sin explotar, ya que, hasta hace poco, tomaba más de una década aislar un solo gen».
«Hoy, gracias a varios avances tecnológicos, especialmente la secuenciación del genoma y la bioinformática, podemos aislar nuevos genes en menos de un año«, indicó.
Solamente en el último año, continuó, «se aislaron tres genes que proporcionan resistencia a diversas enfermedades de la roya» (los hongos de la clase conocida como Pucciniomycetes), a partir de semillas de plantas silvestres conservadas en un banco genético.
«Las nuevas tecnologías son la clave de la caja fuerte» de los bancos de genes
Esos genes, cuando son implantados en trigo cultivado, pueden reducir significativamente el daño de estas enfermedades sin necesidad de pesticidas, evitando pérdidas de rendimiento y protegiendo al mismo tiempo el medio ambiente.
El banco de genes del instituto cuenta con más de 18.000 semillas de veinte especies diferentes de cereales silvestres recolectadas en Israel durante los últimos 50 años.
«Esta colección es única, en primer lugar, por la gran cantidad de especies relacionadas con el trigo cultivado -apuntó Sharon-.
Además, una gran parte de las plantas conservadas en nuestro banco de genes se recolectaron en hábitats naturales que ya no existen debido al rápido desarrollo urbano».
Esencialmente, afirmó, la colección «sirve como caja de seguridad para los genes necesarios para crear variedades de trigo nuevas y mejoradas que le darán a la humanidad cosechas más grandes y enfrentarán los desafíos del cambio climático».
«Las nuevas tecnologías son la clave de la caja fuerte: nos permiten identificar y extraer rápidamente los genes necesarios e incorporarlos al trigo cultivado», concluyó el académico israelí.