Desde que la fertilización in vitro se convirtió en una realidad y los científicos comenzaron a evaluar previamente los embriones para detectar trastornos genéticos, la fantasía de crear «bebés de diseño» -en la que los padres podían seleccionar un grupo de rasgos como el sexo, el color de cabello o de ojos- pasó a ocupar gran espacio en los medios y en las discusiones familiares.
La fantasía de «diseñar» al bebé al gusto de los padres se hizo un lugar en la imaginación del público.
En la actualidad, la selección de embriones según el color de los ojos o el sexo son hazañas fáciles de realizar para un científico, ya que involucran solamente uno o muy pocos genes. Sin embargo, cuando se trata de la entrada en un terreno polémico, como es la posibilidad de seleccionar rasgos que involucran numerosos genes, como la altura y el coeficiente intelectual del bebé, el tema se pone complicado.
De todas maneras, al parecer los avances en este terreno todavía están lejos de concretar una «fantasía» demasiado sofisticada y los bebés «de diseño» siguen siendo objeto de ciencia ficción.
Un grupo de investigadores, dirigido por el doctor Shai Carmi, de la Escuela de Salud Pública Braun de la Universidad Hebrea de Jerusalén, descubrió que las selecciones de embriones actuales basadas en la altura o el coeficiente intelectual solo tienen beneficios «modestos».
Por ejemplo, para la altura es un aumento de apenas 2 a 3 centímetros, y para el coeficiente intelectual solamente dos a tres puntos adicionales por encima del promedio.
«En los últimos cinco años, seleccionar embriones para rasgos particulares se ha vuelto más fácil y barato», dijo Carmi, citado en un informe de la Universidad.
«Si bien esta técnica es de gran ayuda para los padres con enfermedades genéticas graves, sigue siendo un procedimiento muy controvertido cuando se usa por razones que no ponen en peligro la vida, donde surgen cuestiones éticas de eugenesia y oportunidades desiguales», advirtió.
El equipo de Carmi realizó experimentos virtuales basados en datos genómicos de la vida real para responder la pregunta: ¿Qué sucedería si tomáramos diez embriones de una misma pareja de padres, calificáramos cada embrión por altura o coeficiente intelectual, e implantamos los embriones con la puntuación más alta?
Los científicos ejecutaron simulaciones por computadora utilizando secuencias de genes de personas reales para crear perfiles de hipotéticos embriones. Predijeron la altura adulta o el coeficiente intelectual de cada uno de los ellos en función de las variantes genéticas presentes en sus genomas.
Lo que encontraron en su estudio -cuyos resultados fueron publicados en la última edición de la revista Cell- es que las «ventajas» esperadas para los «embriones de mayor puntaje» eran relativamente pequeñas.
Para la altura, la ganancia fue de 3 centímetros por encima del embrión promedio en el lote y para el coeficiente intelectual la ganancia fue de 3 puntos.
Con cinco embriones para elegir, la ganancia fue de 2.5 centímetros y 2.5 puntos de coeficiente intelectual. Cuando el equipo amplió el alcance para ver qué sucedería si pudieran elegir entre un lote de 50 embriones (una hazaña biológica casi imposible para la mayoría de las parejas), la ganancia más alta fue de + 4.5 cm para la altura y + 4.5 puntos de coeficiente.
Al explicar los resultados del estudio, Carmi afirmó que «nuestro conocimiento actual de la composición genética de ciertos rasgos puede no ser suficiente para generar un aumento sustancial en los rasgos deseados en un escenario de selección de embriones».
«Los papeles cruciales de la crianza y los factores genéticos desconocidos también están en juego», admitió.
Para aquellos que sostienen que incluso las «ganancias modestas» en altura y coeficiente intelectual pueden justificar la selección de embriones, Carmi advierte que no solo no se garantizan los resultados deseados sino que puede haber consecuencias negativas.
La Universidad señaló que la naturaleza de las variantes genéticas es que uno puede seleccionar un resultado pero aumentar el riesgo de otro resultado menos deseable.
Por ejemplo, el grupo de genes que está relacionado con un alto coeficiente intelectual también está relacionado con la anorexia.