Investigadores del Instituto Weizmann descubrieron que una clave para entender y regular el clima global estuvo, literalmente, bajo nuestros pies todo este tiempo.
Se trata de los acuíferos costeros, depósitos de agua subterránea junto al mar, que demostraron ser un actor esencial en la química del océano, un papel que antes la ciencia había pasado por alto.
Tradicionalmente, cuando los científicos analizaban los químicos que ingresan al mar, solo miraban dos canales grandes: los ríos y las fuentes volcánicas del fondo marino. El agua que se filtra y se mueve bajo la arena era considerada un flujo menor.
Este nuevo estudio de los investigadores de la universidad israelí —publicado en la revista especializada Nature Communication— nos obliga a repensar esa jerarquía, demostrando que este «canal oculto» es tan importante como los demás.
Los acuíferos funcionan como el «riñón» natural de la costa. El agua de mar se introduce en el subsuelo y, a medida que circula, su composición química cambia, devolviéndola al océano enriquecida o empobrecida con ciertos elementos.
Es un sistema de reciclaje costero que hemos estado ignorando, deslizaron los científicos israelíes.
El hallazgo más importante se centra en un mineral que parece simple: el calcio. Este elemento es vital porque alimenta la maquinaria de captura de carbono del océano. El calcio permite que ciertos organismos marinos construyan sus caparazones. Cuando estos organismos mueren, sus caparazones se hunden, sellando y encerrando el CO2 atmosférico en el fondo marino.
Los datos de una nueva fuente
Las mediciones de la doctora Yael Kiro y su equipo demuestran que la cantidad de calcio que aportan estos acuíferos es significativa a escala global. Su contribución es comparable a la de los ríos, que hasta ahora se creía que eran la principal fuente terrestre.
Eso significa que estuvimos subestimando enormemente uno de los mecanismos clave de la Tierra para controlar el CO2.
El acuífero costero no solo añade elementos cruciales, sino que también los retira. La investigación mostró que algunos químicos, como el sodio y el potasio, son retenidos en el subsuelo. Este proceso de filtrado y modificación demuestra que el acuífero es un agente activo, regulando el delicado equilibrio químico del agua que llega a los ecosistemas marinos.
Finalmente, el estudio de los investigadores del Instituto Weizmann plantea una ironía climática: la subida del nivel del mar. A medida que el agua asciende, más agua salada es forzada a circular por esos acuíferos.
Este cambio de flujo podría, potencialmente, mejorar la capacidad del acuífero para transportar calcio al mar, dándole al océano un impulso adicional en su trabajo de captura de carbono.













