Investigadores del Instituto Weizmann, de Israel, lograron «reclutar» un grupo particular de virus y preparar con ellos un «cóctel» capaz de combatir bacterias causantes de males como, por ejemplo, la enfermedad de Crohn
Los incontables microbios en nuestro intestino, denominados colectivamente microbioma, se consideran importantes para la salud, pero también pueden albergar bacterias que contribuyen a la enfermedad inflamatoria intestinal y otros trastornos.
Actualmente, explicaron desde la universidad israelí, es imposible apuntar a las bacterias que producen enfermedades sin dañar a los microbios benéficos que los rodean.
Los antibióticos matan a los microbios amigables junto con los dañinos y, además, tienden a desencadenar resistencias bacterianas y tener efectos secundarios.
En un estudio publicado en la revista especializada Cell, los investigadores del Weizmann demostraron la viabilidad de una terapia potencial para matar las bacterias intestinales que causan inflamación de una manera específica: mediante el uso de virus que las infectan.
Los bacteriófagos, como se conoce a estos virus, son los organismos más abundantes en la Tierra: se encuentran dondequiera que haya bacterias, incluso en el intestino humano.
Intentos de aplicar estos virus en el tratamiento de enfermedades infecciosas ya se registraban a principios del siglo pasado, justo después de ser descubiertos, pero esa línea de investigación se abandonó poco después de la llegada de los antibióticos.
En el nuevo estudio, los investigadores del Weizmann «reclutaron» bacteriófagos para eliminar bacterias que no solo causan enfermedades infecciosas, sino que también estimulan la inflamación y el daño intestinal.
La idea a futuro es, eventualmente, desarrollar terapias personalizadas para una variedad de trastornos
Existen miles de bacteriófagos diferentes «y su gran ventaja es que cada uno de ellos se especializa en atacar un tipo diferente de bacteria», explicó el profesor Eran Elinav, quien dirigió el equipo de investigación.
«Esto nos permitió aprovecharlos para atacar solamente aquellas bacterias intestinales que contribuyen a la enfermedad» sin dañar el microbioma circundante, apuntó Elinav.
Para el experimento, los investigadores comenzaron identificando las cepas bacterianas exactas que desempeñan un papel en la inflamación intestinal humana.
Luego compararon la composición de los microbios intestinales en voluntarios sanos con la de personas con dos formas principales de enfermedad inflamatoria intestinal: colitis ulcerosa y enfermedad de Crohn.
Un análisis computacional detallado les ayudó a concentrarse en varias cepas bacterianas que no se encuentran en los individuos sanos.
En otra fase del estudio, los expertos examinaron miles de bacteriófagos y seleccionaron alrededor de cuarenta que eran más activos contra las cepas bacterianas humanas que habían identificado como relacionadas con la inflamación intestinal.
Pero el proceso no fue para nada fácil, porque la simple aplicación de los bacteriófagos no es suficiente, ya que las bacterias y los virus entran en una «carrera armamentista».
En efecto, durante ese duelo las bacterias desarrollan constantemente resistencia a los bacteriófagos.
Para torcer el resultado de esa «carrera armamentista», los científicos recurrieron a descubrimientos recientes sobre los mecanismos moleculares de ese duelo, para dar a sus virus la ventaja sobre las bacterias.
Así fue que buscaron la combinación ideal de bacteriófagos que impidiera que las bacterias se defendieran, seleccionando un «cóctel» de cinco de esos virus en función de los perfiles genéticos y características estructurales reveladas a través de microscopía electrónica.
Todos juntos en el «cóctel», señaló el reporte de la universidad, estos cinco bacteriófagos impidieron la aparición de mutantes bacterianos que podrían propagar la resistencia al tratamiento.
El proceso no fue para nada fácil, porque la simple aplicación de los bacteriófagos no es suficiente
En particular, durante las pruebas en laboratorio, el «cóctel» resultó eficaz para matar la Klebsiella pneumoniae obtenida de pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal.
Si se establece que el «cóctel de bacteriófagos» es seguro y eficaz en ensayos clínicos más grandes, puede convertirse en la base para desarrollar terapias no solo para la enfermedad inflamatoria intestinal, sino también para otros trastornos relacionados con los microbios intestinales.
Según el Weizmann, esta puerta abriría esperanzas en los frentes de la lucha contra la obesidad, diabetes, la enfermedad neurodegenerativa «y tal vez incluso el cáncer», señaló el informe.
La idea es «desarrollar eventualmente terapias personalizadas para una variedad de trastornos, en las que las cepas de bacterias intestinales que causan enfermedades se identifiquen en cada paciente y se diseñe un ‘cóctel’ para matar solamente esas cepas», concluyó Elinav.