Científicos del Instituto Weizmann de Israel se unieron a los trabajos de colegas de un equipo de investigación de la Universidad de Colonia, en Alemania, para mejorar la potencia y eficacia de las vacunas contra el Ébola, el virus que viene provocando una de las enfermedades más mortales de los últimos siglos.
El trabajo de los científicos israelíes y alemanes está centrado en la vacuna contra el virus, que hasta ahora se aplicó a unas 100.000 personas en las zonas de Africa más expuestas a la enfermedad, pero que acaba de salir de la fase experimental, con todas las dudas que eso genera.
Por ejemplo, no se sabe todavía si estas vacunas proporcionarán protección a largo plazo en una población amplia. Además, en el nivel científico básico, no se conoce el efecto de la vacunación en el sistema inmune y cómo se compara la respuesta inmune de las personas vacunadas con la de las personas que han sobrevivido a las infecciones por el Ébola.
Para esclarecer algunas de esas dudas, los científicos están trabajando para descubrir los detalles de la respuesta molecular que ocurre en el sistema inmune después de la vacunación contra el Ébola.
Sus hallazgos, dijeron voceros del Instituto Weizmann, pueden ayudar a las organizaciones de salud a diseñar mejores estrategias para contener y prevenir la enfermedad. Los resultados de la investigación se publicaron recientemente en la revista especializada Nature Medicine.
Las vacunas, explicó el doctor Ron Diskin, del Departamento de Biología Estructural del Instituto Weizmann, están hechas por «métodos recombinantes que unen una proteína del Ébola a un virus inofensivo» y son «difíciles de producir», Por lo tanto, añadió, «no hay suficientes para vacunar a toda una población».
Además, continuó el investigador israelí, los conflictos armados civiles en las zonas donde el virus no logra ser contenido se une a otros problemas que impiden el desarrollo de un programa efectivo con la vacuna, como que a menudo las aplicaciones «se necesitan en aldeas de difícil acceso y que, debido a su escasez, tiende a administrarse solo a las personas más cercanas a quienes ya están enfermos».
«Comprender exactamente cómo se produce la respuesta inmune después de la vacunación no solo ayudará a refinar la vacuna, sino que también puede ayudarnos a comprender si funcionará contra diferentes cepas del virus o si la dosis administrada hoy es la mejor», indicó Diskin.
El estudio comenzó en Alemania, en el laboratorio del doctor Florian Klein de la Universidad de Colonia. Klein y su equipo buscaron signos de la respuesta inmune en muestras de sangre de seis personas que habían recibido la vacuna un año antes o más.
Los investigadores alemanes aislaron las células B, las que producen los anticuerpos que forman la «memoria inmune», y realizaron una secuenciación profunda, rastreando los linajes de esas células y aislando los anticuerpos individuales que se unen a las proteínas virales.
Las células de cada una de esas seis personas produjeron una gran cantidad de anticuerpos, y Diskin y su equipo, incluido el doctor Nadav Elad y la doctora Hadas Cohen-Dvashi, decidieron centrarse en dos prometedores ejemplos que podrían estar fuertemente involucrados en la respuesta inmune a largo plazo.
El primer paso fue comprender exactamente cómo y dónde se unen los anticuerpos a la glicoproteína viral (parte de la membrana externa del virus) utilizada en la vacuna, y cómo esta unión neutraliza el virus de manera tan efectiva, explicaron desde el Instituto.
Para hacerlo, el equipo pudo usar una nueva pieza de equipamiento: un microscopio electrónico de alta potencia de alta gama. De hecho, este estudio fue el primero que se realizó con el nuevo microscopio, recientemente instalado en la Unidad de Microscopía Electrónica del Instituto Weizmann.
Aunque muchos de los anticuerpos producidos por las células B se unen a las glucoproteínas, algunos aparentemente de manera más efectiva que otros, el grupo de investigación pudo demostrar por qué dos anticuerpos caracterizados por Diskin y su grupo fueron muy eficientes para detener el virus.
Los científicos reconocen que todavía hay muy poca información que permita saber si la vacuna puede producir una respuesta inmune contra otras especies de virus Ébola, pero el estudio sugirió que los anticuerpos funcionaron contra múltiples versiones de una sola especie.
Diskin espera que más investigaciones muestren si, como esperan, una sola vacuna puede combatir la enfermedad en todo el continente africano.
Otro motivo de esperanza, dijo Diskin, es que los sujetos que habían recibido una versión de la dosis más baja de la vacuna tenían un número de anticuerpos efectivos similar a los de aquellos que habían recibido una dosis más alta.
Esto podría conducir a una reconsideración de los protocolos para administración y posiblemente permitir más protección para más personas, concluyó el científico israelí.