Un estudio de la Universidad Bar-Ilan mostró que los corazones de las personas que tocan tambores en grupo laten a un ritmo sincronizado
La sincronización fisiológica se registró durante una sesión de percusión musical llevada a cabo en el marco de un programa de colaboración entre neurocientíficos sociales y académicos del Departamento de Música de la universidad israelí.
Específicamente, el estudio interdisciplinario -publicado en la revista especializada Scientific Reports- reveló que la función cardíaca que entraba en sincronización durante la sesión fue el intervalo de tiempo entre latidos individuales (IBI).
La percusión involucró a 51 grupos de tres participantes cada uno, cuyos datos del IBI se recopilaron continuamente. Se pidió a los participantes que combinaran su percusión -en pads de batería individuales dentro de una batería electrónica compartida por el grupo- con un tempo que se presentó a través de altavoces.
Para la mitad de los grupos, el tempo fue constante y predecible, y por lo tanto, la percusión resultante estaba destinada a ser sincrónica. Para la otra mitad, el tempo cambió constantemente y era prácticamente imposible de seguir, por lo que la percusión resultante fue asíncrona.
El experimento permitió a los investigadores manipular el nivel de sincronización en la batería entre los miembros del grupo y evaluar la dinámica de los cambios en el IBI para cada participante a lo largo de la prueba científica.
Después de esta sesión de percusión estructurada, se pidió a los participantes que improvisaran juntos de manera libre. Los grupos con alta sincronía fisiológica en el experimento estructurado mostraron más coordinación en la sesión de improvisación libre.

El análisis de los datos demostró que la sesión de percusión provocó la aparición de una sincronización fisiológica en grupos más allá de lo que podría esperarse aleatoriamente, dijeron los científicos de la universidad Bar-Ilan.
Además, la sincronización en la conducta y la sincronización fisiológica mientras se tocaban los pads de la batería predijeron de manera única una mayor experiencia de cohesión grupal, añadieron.
Finalmente, los investigadores mostraron que una mayor sincronía fisiológica también predice un rendimiento grupal mejorado más adelante, en una tarea grupal diferente.
«Nuestros resultados presentan una descripción multimodal del comportamiento y fisiológica de cómo la sincronización contribuye a la formación del vínculo grupal y su consiguiente capacidad de cooperar«, dijo la doctora Ilanit Gordon, jefa del Laboratorio de Neurociencia Social del Departamento de Psicología de la Bar-Ilan.
«Creemos que la creación conjunta de música constituye una plataforma experimental prometedora para implementar escenarios ecológicos y totalmente interactivos que capturan la riqueza y la complejidad de la interacción social humana», afirmó por su lado el profesor Avi Gilboa.
«Estos resultados son particularmente significativos debido a la importancia crucial de los grupos para la acción, la identidad y el cambio social en nuestro mundo«, completó Gilboa, del Departamento de Música de la universidad.