Investigadores de la Universidad de Tel Aviv (TAU) y del Centro Médico Sheba descubrieron un mecanismo responsable de aumentar el riesgo de desarrollar cáncer entre pacientes con enfermedades cardíacas.
Se trata de unas pequeñas burbujas extracelulares, o vesículas, que el corazón enfermo secreta para curarse a sí mismo y se liberan en el torrente sanguíneo. Luego, indicaron los científicos, promueven el crecimiento de células cancerosas en todo el cuerpo.
«En el 2013, el cardiólogo israelí Tal Hasin demostró por primera vez que existe una conexión entre la insuficiencia cardíaca y el cáncer», recordó el investigador Tal Caller, de la Escuela de Medicina de la universidad israelí.
«Los pacientes con enfermedades cardíacas tienen un mayor riesgo de desarrollar cáncer -continuó-, y dado que las enfermedades cardíacas ya son una de las principales causas de muerte, eso significa que muchas personas están en riesgo».
Caller destacó que la nueva investigación «reveló que el corazón enfermo secreta factores promotores del cáncer, que identificamos como pequeñas vesículas extracelulares».
Las pequeñas partículas están envueltas en una membrana simple, que todas las células secretan, pero debido al daño cardíaco, las vesículas se liberan en mayores cantidades y contienen factores relacionados con la inflamación, la curación y cambios en el sistema inmunológico.
«Miles de factores»
«Se mueven a través del sistema circulatorio y eventualmente llegan al tumor o al tejido precanceroso», apuntó el investigador.
Por su parte, el profesor Jonathan Leor, quien encabezó el estudio, dijo que existían «muchas teorías para explicar el mayor riesgo de cáncer en pacientes cardíacos», incluyendo factores de riesgo compartidos como el tabaquismo, la diabetes y la obesidad.
Ahora, afirmó, «demostramos por primera vez que el corazón enfermo secreta vesículas que contienen miles de factores de crecimiento diferentes».
Estas burbujas «promueven directamente el crecimiento de ciertos tumores y también modulan el sistema inmunológico, haciendo que el cuerpo sea más vulnerable al crecimiento tumoral», destacó.
En cuanto a las implicaciones clínicas del estudio, Caller se mostró prudente en su análisis. Sin embargo, reconoció que «puede ser necesario ajustar los tratamientos existentes para el corazón para que también consideren el riesgo de cáncer».
Mirando hacia el futuro, sugirió la necesidad de hallar biomarcadores entre los pacientes cardíacos que puedan indicar un mayor riesgo de cáncer, ya que no todos los pacientes corren los mismos peligros.
«Esta es una investigación básica y aún queda mucho trabajo por hacer para desentrañar la conexión entre los dos», completó Caller.