Se encuentra a 1.560 años luz de la Tierra y fue descubierto en el 2008 por observadores de la ciudad estadounidense de Cambridge, en Massachusetts, gracias a que pasó por delante de otro objeto celeste y se hizo así visible a los telescopios.
Se trata del planeta hasta ahora conocido simplemente como HAT-P-9b, pero que desde fines del año pasado pasó a llamarse «Alef», como la primera letra del alfabeto hebreo.
«Alef», y muchos otros planetas y estrellas extra-solares, recibieron sus nuevos nombres como parte de un evento organizado para festejar los primeros cien años de la Unión Astronómica Internacional (UAI), el organismo que define los estándares globales en esta materia.
La UAI convocó a miles de ciudadanos en casi todos los países del mundo a bautizar un planeta y una estrella de fuera del sistema solar. A través de un proceso de propuestas y votaciones, más de 700.000 personas de 112 países ayudaron a bautizar estos cuerpos celestes.
De esta manera, los brasileños eligieron «Tupí» y «Guaraní», los nombres de dos de las más importantes naciones aborígenes del país, para bautizar a «su» estrella y «su» planeta, respectivamente, mientras que los argentinos también apelaron a dos palabras indígenas, «Nosaxa» y «Naqaya».
Los bolivianos, por su lado, prefirieron dos palabras del vocabulario guaraní, «Yvaga» para el planeta y «Tapecué» para la estrella, los chilenos eligieron «Caleuche» y «Pincoya», y los colombianos «Melquíades» y «Macondo», dos términos extraídos del imaginario de Gabriel García Márquez.
En Ecuador eligieron «Nenque» para la estrella y «Eyeke» para el planeta, en El Salvador fue «Citalá» y «Cayahuanca», en Guatemala «Tojil» y «Koyopa» y en Honduras seleccionaron «Hunahpú» e «Ixbalanqué».
Los mexicanos, por su lado, eligieron «Axólotl» para la estrella y «Xólotl» para el planeta, en Nicaragua seleccionaron «Cocibolca» y «Xolotlan», los paraguayos prefirieron «Tupa» y «Tumearandu», los peruanos «Inquill» y «Sumajmajta» y los uruguayos fueron con nombres de árboles: «Ceibo» e «Ibirapitá».
Para nombrar a la estrella «israelí», la propuesta ganadora fue «Tevel», la palabra en hebreo que significa «Universo». En cuanto al planeta, la decisión llevó a «Alef», una letra y palabra con fuerte contenido cabalístico, siempre asociada con el propio universo y con el principio de las cosas.