Investigadores de la Universidad de Tel Aviv, en Israel, y de la Universidad de Nápoles, en Italia, descubrieron que el tamaño del cerebro jugó un papel preponderante en las chances de supervivencia de los grandes animales en las últimas decenas de miles de años
Las especies extintas, señaló el reporte de los científicos, tenían, en promedio, cerebros mucho más pequeños que las especies que sobrevivieron.
El estudio, dirigido por el profesor Shai Meiri de la universidad israelí, y los estudiantes de doctorado Jacob Dembitzer y Silvia Castiglione junto al profesor Pasquale Raia, de la casa de estudios italiana, concluyó que un cerebro grande -que indica, en general, una inteligencia relativamente alta- ayudó a las especies a adaptarse a los cambios.
Entre esos cambios, apuntaron, figuró la capacidad de hacer frente a actividades humanas como la caza, «que ha sido una de las principales causas de extinción» para esos animales, se lee en el informe.
Según explicaron los investigadores, la última Edad de Hielo se caracterizó por la extinción generalizada de animales grandes y gigantes en todos los continentes de la Tierra (excepto la Antártida).
Algunos estaban en América, como los perezosos terrestres gigantes que pesaban cuatro toneladas, un enorme armadillo de una tonelada y los mastodontes. En Australia, el diprotodon marsupial pesaba una tonelada y vivía junto a canguros gigantes.
En Eurasia, entretanto, había ciervos gigantes, rinocerontes lanudos, mamuts y elefantes gigantes que pesaban hasta once toneladas.
Los mamíferos con cerebros más grandes pudieron adaptar su comportamiento y enfrentar mejor las condiciones cambiantes
Todos esos animales desaparecieron. Pero otras especies grandes, como elefantes más pequeños, rinocerontes e hipopótamos, sobrevivieron a este evento de extinción y existen hasta el día de hoy.
«Descubrimos que los animales sobrevivientes tenían cerebros un 53 por ciento más grandes, en promedio, que las especies extintas evolutivamente, estrechamente relacionadas con ellos y de un tamaño corporal similar», dijo el profesor Meiri.
«Nuestra hipótesis -continuó- es que los mamíferos con cerebros más grandes pudieron adaptar su comportamiento y enfrentar mejor las condiciones cambiantes, principalmente la caza humana y, posiblemente, los cambios climáticos que ocurrieron durante ese período».
Para el estudio, los científicos israelíes e italianos recopilaron datos de la literatura paleontológica sobre cincuenta especies extintas de mamíferos de todos los continentes, con un peso de 11 kilogramos hasta once toneladas.
Luego compararon el tamaño de sus cavidades craneales con el de 291 especies de mamíferos evolutivamente cercanas que sobrevivieron y existen hoy, con un peso de 1,4 kilogramos (como el ornitorrinco) hasta cuatro toneladas (el elefante africano).
La hipótesis del estudio -cuyos resultados fueron publicados en la revista especializada Scientific Reports– «nos ayuda a explicar la gran cantidad de extinciones en América del Sur y Australia, ya que los grandes mamíferos que vivían en estos continentes tenían cerebros relativamente pequeños«, completó Dembitzer.