Un estudio de la Universidad de Tel Aviv advirtió que los microplásticos multiplican por 10 la toxicidad de los contaminantes orgánicos en el medio ambiente, creando un grave peligro para la salud humana
Los microplásticos, afirmaron, funcionan como «una especie de imán para los contaminantes ambientales, los ‘transportan’ a través de nuestro tracto digestivo y los liberan en forma concentrada en ciertas áreas, lo que provoca una mayor toxicidad».
Estos peligrosos elementos, que aparecen en una configuración de partículas y fibras microscópicas del tamaño de hasta unos pocos milímetros, se encuentran en casi todas partes: en pozos, en el suelo, en productos alimenticios, en botellas de agua e incluso en los glaciares del Polo Norte.
Los investigadores que llevaron a cabo el estudio explicaron que, dado que el plástico no es un material natural, se descompone muy lentamente en la naturaleza, en un proceso que a veces dura miles de años. Y, como parte de este proceso, se forman los microplásticos.
Los microplásticos ejercen un «efecto imán» sobre los contaminantes y los «transportan» hasta nuestros cuerpos
A lo largo del proceso, las partículas de microplástico se encuentran con contaminantes ambientales que se adhieren a su superficie y, en conjunto, pueden representar una amenaza para la salud del medio ambiente y de los humanos.
En el experimento, los investigadores israelíes examinaron todo el proceso por el que pasa el microplástico, desde las interacciones que tiene con los contaminantes ambientales hasta la liberación de esos elementos nocivos y la creación de una mayor toxicidad.
Los expertos descubrieron que la adsorción de esos contaminantes orgánicos a los microplásticos aumenta la toxicidad en un factor de 10 y también puede causar un impacto severo en los humanos que están expuestos a alimentos y bebidas contaminados.
«Demostramos que incluso concentraciones muy bajas de contaminantes ambientales, que no son nocivos para los humanos, una vez que se adsorben en el microplástico dan como resultado un aumento significativo de la toxicidad«, dijo la líder de la investigación, la doctora Ines Zucker, de la Escuela de Ingeniería Mecánica de la universidad israelí.
Ese es justamente, el «efecto imán» de los microplásticos, «transportando» y luego liberando los contaminantes.
«La cantidad de desechos arrojados al océano cada año es enorme; el ejemplo más conocido es la isla de plástico en el Océano Pacífico, que tiene un área ochenta veces más grande que el estado de Israel«, apuntó por su parte el estudiante de doctorado Andrey Eitan Rubin, quien también formó parte del estudio.
Los peligros «son más tangibles que nunca»
Pero ese no es «un problema remoto», remarcó Rubin. «Según nuestros datos de monitoreo preliminares, las costas de Israel se encuentran entre las más contaminadas con desechos microplásticos», aseguró.
«Cada una de las partículas microplásticas secretadas en estas áreas tiene un tremendo potencial de daño -describió-, ya que sirven como una plataforma efectiva y estable para cualquier contaminante que puedan encontrar en su camino hacia el cuerpo humano».
Se trata, agregó la doctora Zucker, de «otro doloroso recordatorio de las nefastas consecuencias de contaminar el medio ambiente marino y terrestre con desechos industriales peligrosos, que lamentablemente se han saturado de plástico en las últimas décadas».
Los peligros, alertó, «son más tangibles que nunca». Y si bien «existe una gran conciencia sobre este problema, las medidas preventivas en el terreno aún están lejos de dejar una huella significativa», completó.