Un nuevo estudio de investigadores israelíes detectó un grave caso de contaminación ambiental: hallaron rastros de diez medicamentos comunes en muestras de corales recolectadas en sitios profundos y superficiales del Golfo de Eilat.
Según el estudio, realizado por expertos de la Universidad de Tel Aviv y del Museo Steinhardt de Historia Natural, el fármaco sulfametoxazol, un antibiótico utilizado para infecciones respiratorias y del tracto urinario, se encontró en hasta el 93 por ciento de los corales muestreados.
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La profesora Noa Shenkar, de la Escuela de Zoología de la universidad israelí, quien estuvo al frente de la investigación, dijo que se trató de un estudio pionero en su tipo.
Para el experimento se tomaron muestras de dos tipos de corales constructores de arrecifes, Acropora sp. y Favites sp., tanto en sitios poco profundos (5-12 metros) como en sitios más profundos más allá de los límites del buceo recreativo (30-40 metros).
«Nos sorprendió encontrar una amplia presencia de medicamentos incluso en los corales de aguas profundas, que generalmente escapan a las contaminaciones que afectan a los corales de zonas menos profundas», destacó Shenkar.
Los investigadores pidieron a Clalit, una de las mayores aseguradoras médicas de Israel, una lista de los fármacos más utilizados en el país. Cuando analizaron dieciocho de esos compuestos, detectaron rastros de diez de ellos en las muestras de coral.
Ni una sola muestra de los corales, obtenidos en aguas profundas o poco profundas de Eilat, resultó estar libre de fármacos.
Drogas para humanos, efectos en animales marinos
Las drogas encontradas en los corales pertenecían a diferentes categorías: antibióticos, medicamentos para la presión arterial, agentes antiplaquetarios, bloqueadores de los canales de calcio, laxantes y antidepresivos, entre otros.
Las conclusiones del estudio israelí confirman las preocupaciones de muchos científicos, ya que se sabe que el contacto de los animales marinos con los fármacos usados por los humanos los afecta seriamente.
Por ejemplo, el estrógeno de las píldoras anticonceptivas induce características femeninas en los peces machos, lo que perjudica la reproducción en ciertas especies.
El antidepresivo Prozac, señalaron estudios previos, hace que algunos cangrejos se vuelvan agresivos e imprudentes. Y otros remedios de ese tipo dañan la memoria y la capacidad de aprendizaje de los calamares.
«No hay motivos para creer que los corales sean inmunes a estos efectos», advirtió Shenkar.
«Por ejemplo, si nuestros fármacos alterasen la sincronización de la reproducción de las poblaciones de coral, tardaríamos mucho en darnos cuenta del problema y, cuando lo hiciéramos, podría ser demasiado tarde», alertó.
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La estudiante de doctorado Gal Navon, que también participó del estudio, recordó que los arrecifes de coral «son una piedra angular de la biodiversidad marina».
«Otra capa de preocupación»
«Proporcionan alimento, refugio y lugares de desove a numerosas especies, y sustentan las industrias de la pesca y el turismo», apuntó. Ese delicado ecosistema «ya se encuentra bajo presión como resultado del cambio climático, la contaminación y la sobrepesca», añadió Navon.
Ahora, concluyó, «la presencia de productos farmacéuticos en los tejidos de los corales añade otra capa de preocupación, indicando que las actividades humanas incluso contaminan ambientes marinos lejanos».
Shenkar remarcó que «es evidente que estos medicamentos salvan vidas y no tenemos intención de pedir a la gente que reduzca su uso», pero «deberíamos desarrollar nuevos métodos de tratamiento de aguas residuales que puedan tratar eficazmente» los fármacos.
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«Cada uno de nosotros debe deshacerse de los medicamentos viejos de forma que no dañe el medio ambiente», porque, «en última instancia, estas drogas vuelven a nosotros», completó la investigadora israelí.
Los resultados de la investigación sobre los corales de Eilat fueron publicados en la revista especializada Environmental Pollution. El artículo, en inglés, se puede consultar haciendo clic aquí.