Una de las empresas más exitosas en el desarrollo y mercadeo de hamburguesas sin carne cuenta con financiación israelí, una universidad creó un programa para la preparación de falafel de algas, y una de las principales firmas de alimentación del país cuenta con un laboratorio donde está diseñando -aseguran- la comida del futuro inspirándose en los viajes al espacio
Sin dudas, Israel se convirtió en un importante hub para el «food tech».
La compañía que lidera la carrera hacia la «hamburguesa perfecta» sin carne se llama Beyond Meat, y cuenta con financiación recolectada por OurCrowd, la principal plataforma israelí de crowdfunding.
De hecho, Beyond Meat participó con varios stands en el reciente summit que OurCrowd realizó en Jerusalén en febrero último.
Entre los varios puestos de comida que se habilitaron en la sede de la convención, los de Beyond Meat fueron por lejos los más populares: filas de decenas de personas esperaron pacientemente por su hamburguesa.
La comida para los participantes del summit era gratuita, pero no por eso aquellos que se llevaron una hamburguesa sin carne la apreciaron al estilo de «a caballo regalado no se le miran los dientes».
Si bien la consistencia de la hamburguesa de Beyond Meat todavía no se equipara a la de las comunes hechas a base de carne, luce como las «comunes», el sabor es apetitoso y quedan muy bien dentro de un pan tipo «bun» com mayonesa y tomate, según coincidieron en señalar muchos de los asistentes.
En el caso de Beyond Meat, la hamburguesa se prepara en base a una receta que incluye proteínas extraídas de legumbres, pero no lleva soja.
Los productos de la empresa, que tiene su base en Los Angeles, están disponibles en supermercados de ese país, y también en Canadá, Italia e Israel, donde se pueden consumir incluso en un restaurant especializado.
Por su lado, hace pocos meses un equipo de estudiantes graduados de la Facultad de Biotecnología e Ingeniería de Alimentos del Instituto de Tecnología de Israel, el Technion, ganó el primer premio en el Proyecto de Alimentos de la Comunidad Europea de Innovación y Conocimiento.
Después de un año de trabajo, los estudiantes de posgrado concibieron, desarrollaron y produjeron «Algalafel», un nuevo falafel enriquecido con espirulina, con un tahini adicional enriquecido con astaxantina, un compuesto que promueve la salud y se encuentra naturalmente en ciertas algas y mariscos.
Es conocido por conferir a los salmones su color rojizo, y las plumas de flamencos su color rosado.
Al anunciar el premio, el Technion afirmó que «el mundo está literalmente hambriento de nuevos tipos de alimentos sabrosos y nutritivos que también sean económicos, se puedan producir rápidamente en un espacio relativamente pequeño y no contribuyan al calentamiento global ni le roben a la Tierra sus recursos naturales».
«Parecería que la brecha de proteínas es una factura imposible de llenar con los esperados 9,8 mil millones de bocas para alimentar en 2050«, señaló el Technion.
Pero, «las proteínas basadas en plantas y algas, en lugar de las basadas en animales, proporcionan una solución, hoy«, aseguró.
En sintonía con ese pensamiento, el año pasado se anunció el lanzamiento en Israel de un fondo de capitales de riesgo dedicado especialmente a la industria del «food tech».
Según destacó el periódico económico Globes, el fondo, conocido como «Medstrada», operará como un fondo de capital de riesgo convencional y será el primero de Israel destinado especialmente a la tecnología de alimentos.
«Israel tiene ventajas en esta terreno gracias al conocimiento médico acumulado en los fondos de salud, su apertura a cooperar con nuevas empresas y startups y su población diversa», dijo a Globes una de las fundadoras del fondo, Ruti Alon.
También hace pocos meses, otro de los principales periódicos económicos de Israel, Calcalist, reveló que el laboratorio de unas de los mayores grupos alimenticios del país, Strauss, está desarrollando un «snack futurista».
En el laboratorio, conocido como The Kitchen, los investigadores de Strauss están desarrollando -dijo Calcalist- «un nuevo snack futurista, hecho con la misma tecnología utilizada por los científicos de alimentos de la NASA para desarrollar alimentos para astronautas, y para hacer café instantáneo».
Con el formato de «un cubo nutricional hecho a base de vegetales, frutas y granos congelados y prensado, el nuevo snack en efecto luce como algo que los astronautas consumirían durante sus misiones«, destacó Calcalist, según el cual Strauss remarcó ese aspecto bautizando al alimento como «Astro».