Un nuevo estudio científico israelí mostró que árboles de higos y de olivos se plantaban en la zona del valle del Jordán hace nada menos que 7.000 años, lo que podría convertirlos en los primeros frutales domesticados de la historia de la humanidad
El estudio fue llevado adelante por investigadores de la Universidad Hebrea de Jerusalén y de la Universidad de Tel Aviv, quienes analizaron restos de carbón vegetal del yacimiento calcolítico de Tel Tsaf, en el valle del Jordán, y determinaron que procedían de olivos.
Dado que el olivo no crecía naturalmente en el Valle del Jordán, esto significa que los habitantes plantaron el árbol intencionalmente hace unos 7.000 años.
Tel Tsaf es un sitio arqueológico ubicado en el valle central del Jordán, al sudeste de Beit She’an. Las primeras excavaciones las realizó el arqueólogo Ram Gophna, de la Universidad de Tel Aviv, entre 1978 y 1980.
Luego, entre los años 2004-2007, su colega Yosef Garfinkel, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, llevó a cabo un gran proyecto de excavación en el sitio, extrayendo, entre una multitud de hallazgos impactantes, los restos carbonizados que se utilizaron en este nuevo estudio.
«Los árboles, incluso cuando se queman hasta convertirlos en carbón, se pueden identificar por su estructura anatómica», explicó la doctora Dafna Langgut, también de la Universidad Hebrea y una de las jefas de la investigación.
La madera, continuó, era un elemento omnipresente en el mundo antiguo. «Se utilizó para la construcción, para fabricar herramientas y muebles, y como fuente de energía».
Los descubrimientos muestran que «alguien trajo intencionalmente» los árboles a la zona
«Es por eso que identificar los restos que se encuentran en los sitios arqueológicos, como el carbón de los hogares, es clave para comprender qué tipos de árboles crecían en el entorno natural en ese momento y cuándo los humanos comenzaron a cultivar árboles frutales«, abundó.
En su laboratorio, Langgut identificó el carbón vegetal de Tel Tsaf como perteneciente a olivos e higueras.
«Los olivos crecen en forma silvestre en la tierra de Israel, pero no en el valle del Jordán», apuntó. «Eso significa que alguien los trajo allí intencionalmente: llevó el conocimiento y la planta misma a un lugar que estaba fuera de su hábitat natural», agregó.
Langgut dijo que, en arqueobotánica, eso se considera «una prueba indiscutible» de la mano humana plantando árboles, «lo que significa que aquí tenemos la evidencia más temprana de la domesticación del olivo en todo el mundo».
Además de los olivos, el equipo identificó también restos de ramas jóvenes de higuera, un árbol que sí crecía naturalmente en la zona.
Sin embargo, explicaron los expertos, las ramas de la higueras tenían poco valor como leña o materia prima para herramientas o muebles, por lo que los habitantes de la región hace 7.000 años «no tenían motivos para recoger grandes cantidades y llevarlas a su aldea».
Es posible que los residentes de Tel Tsaf comerciaran con derivados de los árboles, como aceitunas y aceite de oliva
Sin embargo, «aparentemente -indicó Langgut-, estas ramas de higuera resultaron de la poda, un método que todavía se usa hoy para aumentar el rendimiento de los árboles frutales».
Comentando los descubrimientos de Langgut, el profesor Garfinkel recordó que durante sus trabajos en Tel Zaf descubrió que allí se levantaba una gran aldea prehistórica lo suficientemente rica y sofisticada para contar con casas con patios y graneros para almacenar cosechas.
Por eso, ninguno de los dos académicos se sorprendió al descubrir que los habitantes de la aldea fueron los primeros en el mundo en cultivar olivos e higueras de manera intencional, ya que plantar árboles frutales era evidencia de lujo y, se sabe, este sitio fue excepcionalmente rico.
Incluso es «muy posible que los residentes de Tel Tsaf comerciaran con productos derivados de los árboles frutales, como aceitunas, aceite de oliva e higos secos, que tienen una larga vida útil», completó Langgut.
Estos descubrimientos terminan de confirmar los hallazgos iniciales que un grupo internacional de expertos publicó a principios del 2020, y que también apuntaban a la tierra de Israel como la «cuna» del olivo cultivado.
En aquella oportunidad, un relevamiento científico mostró que olivos fueron plantados y cosechados de manera sostenida desde hace 5.500 años en la isla de Creta, 4.800 años en lo que hoy es El Líbano y 3.200 años en Turquía.
Los datos brindados por aquella investigación -realizada sobre fósiles de polen- ya habían señalado como el origen de la domesticación de los olivos a los alrededores del Mar de Galilea, adonde esos árboles se habrían cultivados desde hace 6.500/7.000 años.