Investigadores de la Universidad de Tel Aviv lograron «reconstruir» la dieta de los seres humanos de la Edad de Piedra, la cual -señalaron- contenía básicamente carne de grandes animales
En un artículo publicado en el Anuario de la Asociación Estadounidense de Antropología Física, el doctor Miki Ben-Dor y el profesor Ran Barkai, del Departamento de Arqueología de la universidad israelí, mostraron que los humanos fueron «super-depredadores» durante unos dos millones de años.
Según el estudio, solamente la extinción de los animales más grandes en varias partes del mundo hacia el final de la Edad de Piedra llevó a los humanos a aumentar gradualmente el elemento vegetal en su nutrición.
El proceso avanzó porque los propios animales no conseguían alimentos, y continuó hasta que nuestros antepasados no tuvieron más remedio que domesticar tanto plantas como bestias y se convirtieron en agricultores, señalaron los expertos israelíes.
Ben-Dor y Barkai explicaron que llevaron a cabo una investigación multidisciplinaria que evitó comparar a nuestros antepasados con las sociedades de cazadores-recolectores del siglo XX.
«Todo el ecosistema ha cambiado y las condiciones no se pueden comparar» con las de la actualidad. Por ello, precisó, «decidimos utilizar otros métodos para reconstruir la dieta de los humanos de la edad de piedra: examinar la memoria conservada en nuestros propios cuerpos, nuestro metabolismo, la genética y la constitución física».
«El comportamiento humano cambia rápidamente, pero la evolución es lenta, el cuerpo recuerda», aseveró el académico.
Un ejemplo destacado de esos residuos de nuestro pasado de super-depredadores hallados durante la investigación es la acidez del estómago humano, que es alta en comparación con los omnívoros e incluso con otros cazadores carnívoros.
«Los humanos prehistóricos, que cazaban animales grandes cuya carne debía alcanzar para días o incluso semanas, a menudo consumían carne vieja que contiene grandes cantidades de bacterias y, por lo tanto, necesitaban mantener un alto nivel de acidez» para proteger su cuerpo, indicaron.
Otro indicio, siguió Ben-Dor, es «la estructura de las células grasas de nuestro cuerpo». En los cuerpos de los omnívoros, «la grasa se almacena en una cantidad relativamente pequeña de células grasas grandes, mientras que en los depredadores, incluidos los humanos, es al revés: tenemos una cantidad mucho mayor de células grasas, más pequeñas», precisó.
Las evidencias biológicas se complementaron con pruebas arqueológicas. Por ejemplo, análisis de los huesos de humanos prehistóricos, así como de sus prácticas de caza exclusivas, mostraron que nuestros antepasados se especializaron en la caza de animales grandes y medianos con alto contenido de grasa.
La reconstrucción multidisciplinaria realizada por los investigadores durante casi una década «propone un cambio completo de paradigma en la comprensión de la evolución humana», aseguraron desde la universidad.
«La evidencia arqueológica no pasa por alto el hecho de que los humanos de la edad de piedra también consumían plantas», reconoció Ben-Dor, pero según los hallazgos de este estudio, los vegetales «solo se convirtieron en un componente importante de la dieta humana hacia el final de la era».
Muestras de la evidencia de cambios genéticos y la aparición de herramientas de piedra únicas llevaron a los investigadores a concluir que, a partir de hace unos 85.000 años en África, y hace unos 40.000 años en Europa y Asia, se produjo un aumento gradual en el consumo de alimentos vegetales por parte de los humanos.
«Para muchas personas hoy en día -dijo el profesor Barkai-, la dieta paleolítica es un tema crítico, no solo con respecto al pasado, sino también con respecto al presente y al futuro».
Barkai opinó que «es difícil convencer a un vegetariano devoto de que sus antepasados no lo eran, y la gente tiende a confundir las creencias personales con la realidad científica».
«La afirmación de que los humanos fueron super-depredadores durante la mayor parte de su desarrollo puede proporcionar una base amplia para conocimientos fundamentales sobre la evolución biológica y cultural» de nuestros antepasados, completó.