Al parecer, una bacteria presente en la microbioma de estos insectos estaría detrás del dramático cambio en su comportamiento, y sería la respuesta al misterio bíblico de la plaga de langostas, una de las más espectaculares que azotó Egipto en los tiempos de Moisés
Investigadores de la Universidad de Tel Aviv descubrieron que el microbioma de una langosta sufre un cambio profundo cuando el huésped se une a un grupo: una bacteria, llamada Weissella, casi completamente ausente en los insectos solitarios, se vuelve dominante en la fase gregaria.
(Se llama microbiomas a las comunidades de microorganismos en el marco de un entorno específico, como puede ser, por ejemplo, los cuerpos de seres vivos, desde langostas a seres humanos).
Un modelo matemático especialmente desarrollado por los investigadores indicó que el enjambre proporciona a estas bacterias ventajas evolutivas potenciales, lo que les permite propagarse e infectar a un gran número de langostas.
Las «plagas» de langostas que diezman todos los cultivos a su paso «han sido una de las principales causas de hambruna desde los tiempos bíblicos hasta el presente», afirmó el profesor Amir Ayali, uno de los líderes del estudio.
En los últimos tres años, continuó, «gran parte de África, India y Pakistán se han visto muy afectadas por los brotes de langostas, y se espera que el cambio climático exacerbe aún más el problema».
A pesar de su gran impacto, apuntó Ayali, las causas de este comportamiento «siguen siendo en gran parte desconocidas y aún no se ha encontrado una solución efectiva».
«Las bacterias pueden, de alguna manera, ‘alentar’ a sus huéspedes a cambiar su comportamiento»
Ahora, después de la reciente publicación de estudios que indican que los microbiomas pueden influir en la conducta social de sus anfitriones, «planteamos la hipótesis de que los microbiomas de las langostas pueden desempeñar un papel en su comportamiento», dijo el profesor israelí.
Para probar su hipótesis, los investigadores examinaron los microbiomas intestinales de langostas criadas en el laboratorio y encontraron un cambio profundo cuando los individuos desarrollados en condiciones solitarias se unieron a un gran grupo de unos 200 de estos insectos.
«El cambio más significativo se observó en la bacteria Weissella, casi completamente ausente del microbioma de las langostas solitarias, que se volvió dominante poco después de que sus anfitriones se unieran al grupo«, explicó el estudiante de doctorado Omer Lavy, quien también encabezó el experimento.
Luego aplicaron el modelo matemático que analizó las condiciones bajo las cuales la formación de grupos de langostas produjeron ventajas evolutivas significativas para Weissella y permitieron que la bacteria se propague a muchos otros huéspedes.
Fue entonces que, en base a estos resultados, los investigadores plantearon la hipótesis de que Weissella puede desempeñar un papel importante en el comportamiento de agregación de langostas.
En otras palabras, las bacterias pueden, de alguna manera, «alentar» a sus huéspedes a cambiar su comportamiento y volverse más «sociables», dice el reporte de la universidad.
«Los brotes de langostas siguen siendo una gran amenaza para personas, animales y plantas en todo el mundo»
De todas maneras, los investigadores admitieron que sus hallazgos «no prueban de manera inequívoca que Weissella sea responsable del enjambre y la migración de las langostas».
«Sin embargo -remarcaron-, los resultados sugieren una alta probabilidad de que las bacterias desempeñen un papel importante en la inducción de este comportamiento, una nueva hipótesis nunca antes propuesta».
Ayali dijo esperar que esta nueva explicación «impulse el desarrollo de nuevos medios para combatir los brotes de langostas, que siguen siendo una gran amenaza para innumerables personas, animales y plantas en todo el mundo».
Una teoría difundida en el pasado señalaba que la combinación de vientos y bajas temperaturas provocan que las langostas formen «nubes», tal como ocurrió, según el relato bíblico, cuando cayó sobre la nación africana la octava plaga.
De hecho, algunos investigadores recuerdan que en la propia Biblia se lee que un viento «había traído las langostas» y otro se las llevó.
Cualquiera sea la explicación, el problema puede ser muy serio, como se vio a principios del 2020 cuando una plaga que no se había visto en décadas irrumpió en el Cuerno de África, adonde miles de millones de langostas arrasaron tierras y campos cultivados.