Investigadores israelíes, junto a colegas de doce países, llevaron adelante un innovador estudio que propone utilizar la masiva acumulación de datos sobre los movimientos de los animales -a través de tecnologías como «big data» o GPS- para proteger mejor la naturaleza
El equipo, encabezado por el profesor Ran Nathan, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, revisó una variedad de dispositivos que se han utilizado para recopilar información sobre los movimientos de mamíferos, aves, peces y otros animales salvajes en su estado natural.
Se trata de aprovechar la revolución en curso del «big data», las montañas de datos informáticos provistos por sistemas de seguimiento de vida silvestre, automatizados y rentables, que generan información de alta resolución del contexto ecológico que los animales perciben y con el que interactúan.
En un artículo publicado en la prestigiosa revista Science, Nathan y sus colegas evaluaron las principales herramientas, conocimientos, desafíos y oportunidades de la revolución de los grandes datos en la ecología del movimiento.
Entre las ocho principales tecnologías de seguimiento examinadas en este estudio, el «GPS inverso» se destacó por su capacidad excepcional para producir grandes datos sobre el movimiento de los animales de manera rentable.
(Otras tecnologías de seguimiento, como los GPS tradicionales, los sistemas de visión por computadora y los radares, también pueden producir grandes datos, y los investigadores recomendaron considerarlas a todas como alternativas complementarias).
Según señaló el reporte, un nuevo sistema de «GPS inverso», llamado ATLAS, fue desarrollado por Nathan y el profesor Sivan Toledo, de la Universidad de Tel Aviv, bajo los auspicios del Centro Minerva para la Ecología del Movimiento.
Estos avances pueden ayudar a «descubrir secretos de la vida silvestre» y a «reducir los conflictos con los humanos»
El ATLAS «resultó inigualable en la creación de una rica base de datos de movimiento de animales salvajes mediante el seguimiento simultáneo de muchas docenas» de ellos, afirmaron desde la universidad israelí.
La información de gran precisión fue recogida a través de pequeños y económicos dispositivos de radio adheridos al animal, precisaron.
Nathan dijo que este sofisticado sistema de seguimiento permitió «una variedad de descubrimientos emocionantes y conocimientos novedosos».
Entre ellos destacó la primera evidencia de la existencia de un mapa cognitivo en un animal salvaje (un murciélago frugívoro) y un estudio pionero que vincula la variación entre aves individuales (faisanes).
Todos estos son ejemplos de la «ecología del movimiento», el estudio, precisamente, de cómo se trasladan de un lugar a otro, de manera activa o pasiva, los animales. Un cúmulo de información que ahora, con la revolución informática, nos puede permitir entender mejor a los seres con los que compartimos el planeta.
Esta disciplina, remarcó el informe de la Universidad Hebrea, puede «proporcionar mejores oportunidades para la conservación y conocimientos sobre los movimientos de animales salvajes a través de grandes marcos interdisciplinarios y de colaboración».
Con la aplicación del «big data» a la información provista por la «ecología del movimiento», aseguraron lo expertos, será posible «descubrir secretos de la vida silvestre y reducir los conflictos con los humanos».