Una empresa israelí dedicada a la biotecnología logró un avance histórico en el terreno de la detección de minas terrestres antipersonales sin estallar (que dejan más de 5.000 personas muertas o mutiladas cada año): un biosensor que utiliza una bacteria y que puede descubrir trazas de explosivos.
Enzymit viene trabajando con el Laboratorio de Biosensores y Microbiología Ambiental de la Universidad Hebrea de Jerusalén, dirigido por el profesor Shimshon Belkin, con más de una década estudiando soluciones de biodetección.
El proyecto dio como resultado la creación de una sofisticada plataforma de biodetección que utiliza la bacteria E. coli, que puede descubrir trazas de dinitrotolueno (DNT), el subproducto volátil del TNT que se filtra de las minas a la tierra circundante.
Desde el laboratorio destacaron que las propiedades genéticamente modificadas de la E. coli hacen que la bacteria se extinga poco después de su implementación, lo que garantiza que no represente ningún riesgo humano o ambiental.
La eficacia de la solución, apuntaron desde Enzymit, quedó demostrada en un estudio revisado por pares publicado recientemente en la revista especializada Computational and Structural Biotechnology Journal.
Según explicaron desde la empresa israelí, el laboratorio de Belkin es pionero en el método basado en bacterias para detectar explosivos, desarrollando en primer lugar un sensor basado en células vivas y capaz de detectar trazas de DNT, emitiendo bioluminiscencia para identificar la ubicación del material.
Algoritmos y experimentos
Luego, utilizando algoritmos patentados y las capacidades experimentales de Enzymit, se modificaron posiciones específicas en el sensor para lograr un rendimiento óptimo. El biosensor resultante es hasta cinco veces más sensible, tiene tiempos de reacción más rápidos y una intensidad de señal treinta veces más fuerte que la construcción original, aseguraron.
La capacidad de localizar con precisión municiones sin detonar a distancia proporciona una alternativa más segura y eficiente a los métodos de detección tradicionales, que requieren excavación manual o el uso de detectores de metales y suponen un riesgo sustancial para la vida.
El biosensor, indicaron, se puede aplicar para detectar una variedad de municiones basadas en TNT, incluidos proyectiles sin explotar y dispositivos improvisados, mientras que la versatilidad de la bacteria la hace adecuada para su uso en lugares remotos o de difícil acceso.
Belkin recordó que la proliferación mundial de minas terrestres «sigue planteando una grave amenaza para las vidas humanas y el medio ambiente».
Para peor, enfatizó, «los métodos tradicionales de detección son costosos, requieren mucho tiempo» y representan un alto riesgo para los expertos que se dedican a esta peligrosa tarea.
Ciento diez millones de minas terrestres
«Nos sentimos honrados de asociarnos con el equipo del profesor Belkin y de la contribución incomparable que hicieron al desarrollo de soluciones de biodetección para la detección de explosivos», dijo, por su parte, el director ejecutivo de Enzymit, Gideon Lapidoth.
«Este proyecto -añadió- marca un gran avance» en este campo, «al tiempo que demuestra el increíble potencial» de «la sinergia entre la biología sintética y la Inteligencia Artificial para un futuro en el que los desafíos humanitarios y ambientales puedan enfrentarse con soluciones seguras y sostenibles».
La organización Land Mine Free estimó que existen actualmente 110 millones de minas terrestres sembradas, y que una cantidad igual está almacenada esperando ser plantada o destruida.
Con los métodos actuales, añadió, el costo de eliminar todas las minas existentes sería de entre 50.000 y 100.000 millones de dólares.