Un profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén está desarrollando el material que, asegurar, puede ser la clave de la construcción en el futuro
Llegó el momento, afirmó el profesor Daniel Mandler, de apostar por los ladrillos de sal, uno de los elementos más abundantes en el planeta.
Quedan «muchos desafíos técnicos que abordar y mucha inercia que superar en una industria de la construcción que tarda en adoptar nuevas ideas», señaló el portal israelí NoCamels al presentar al profesor Mandler.
De todas maneras, continuó el periódico, este académico «está convencido de que la sal, el ingrediente básico que añadimos a nuestra comida, podría convertirse en el material de construcción del futuro».
«Todavía hay un largo camino por recorrer», le dijo Mandler a la revista.
Con un fuerte toque de modestia, el profesor de la universidad de la capital israelí admitió: «no tengo un producto final y es por eso que estoy tratando de recaudar algunos fondos para dar el siguiente paso y llevar a cabo un piloto y luego construir el primer edificio hecho de sal».
Los ladrillos de sal, apuntó NoCamels, representan «una solución simple, sostenible, pero hasta ahora sin financiación, que», por otro lado, «mata dos pájaros de un tiro» al presentar una alternativa a la polución creada por la industria del cemento.
Citando a Mandler, la publicación recordó que la producción de cemento es, de hecho, «una de las industrias más contaminantes del mundo, directamente responsable de entre el ocho y el nueve por ciento de las emisiones de dióxido de carbono a nivel mundial».
La sal es no tóxica, no inflamable, muy fuerte, buen aislante, reciclable y antibacteriana
Los fabricantes, precisaron, «calientan el carbonato de calcio a 1.500 grados centígrados, liberando grandes cantidades de dióxido de carbono en el proceso y consumiendo grandes cantidades de energía».
Mandler dijo que el proceso de elaboración de los ladrillos de sal es muy sencillo, comenzando por la preparación de «un molde de acero inoxidable».
«En un proceso muy, muy simple a temperatura ambiente, mezclamos la sal del Mar Muerto con alrededor del cinco por ciento de diferentes ingredientes, luego los molemos y los comprimimos con unas dos toneladas por centímetro cuadrado de presión», describió.
«Cuando comenzamos a trabajar en la investigación -rememoró-, la gente pensó que era tan loco que ni siquiera me atreví a pedir apoyo».
Ahora, con veinte estudiantes en su grupo de investigación, el profesor israelí lanzó un pedido de ayuda: precisa recaudar «algunos fondos y luego daremos el siguiente paso para producir ladrillos más grandes» que los que hicieron hasta este momento, de prueba.
La sal como material de construcción podría ser muy sostenible, ya que es no tóxica, no inflamable, muy fuerte, buen aislante, reciclable y antibacteriana, subrayó el informe de NoCamels.
Pero luego la pregunta es si resultará más barato que el cemento. Es «difícil de decir», admitió la publicación israelí.
«Hoy en día, el dueño de una montaña de sal probablemente le pagaría dinero para quitársela de las manos» pero «mañana, si la sal se convierte en una mercancía para una nueva industria de ladrillos, las cosas probablemente cambiarán«, vaticinó la revista.