Si todo va de acuerdo con los planes, el jueves próximo despegará desde la base de Cabo Cañaveral, en Florida, Estados Unidos, la nave espacial «Bereishit». Su misión: llegar a la Luna y convertir a Israel en el cuarto país en alcanzar la superficie del satélite de la Tierra.
Cuando alunice «Bereishit», Israel se integrará al selecto grupo de naciones que pudieron mandar con éxito naves a la Luna, junto a Estados Unidos, la entonces Unión Soviética y China.
Se tratará de «un momento histórico», afirmó el presidente israelí, Reuven Rivlin, quien recibió hoy en su residencia, en Jerusalén, una réplica de la nave espacial y rubricó el viaje como un «proyecto nacional».
«Cuando era chico», añadió Rivlin, llegar a la Luna «parecía fantástico, imposible». Ahora, «si todo sale según lo planeado, el estado de Israel, un país pequeño y joven, será el cuarto en la historia en poner una nave en la Luna», completó el presidente.
Además de la réplica en escala de la nave, Rivlin recibió una copia de la «cápsula del tiempo» que viajará a bordo de «Bereishit», una base de datos instalada en una serie de discos especiales con cientos de archivos digitales, desde la Biblia a detalles sobre SpaceIL, la organización sin fines de lucro que desarrolló el proyecto junto a las Industrias Aeroespaciales de Israel (IAI, por su sigla en inglés).
La cápsula, que se quedará en la Luna junto con la nave, llevará imágenes y sonidos sobre Israel, sus símbolos y su cultura, y otros materiales aportados por el público durante los últimos ocho años, el tiempo que tomó concretar el proyecto.
Más precisamente, la cápsula consiste en tres discos. Además de la Biblia, los archivos incluyen el texto de la Independencia de Israel, de su himno nacional, el «Hatikva», diccionarios en veintisiete idiomas, enciclopedias, pinturas, y una copia del libro para niños inspirado en el proyecto.
Como la cápsula y la nave permanecerán en la Luna por tiempo indefinido, las autoridades de SpaceIL esperan que «la información pueda ser posiblemente encontrada y difundida por futuras generaciones».
Se prevé que «Bereishit» despegará desde el SpaceX Launch Complex 40 (SLC-40) de la base de la Fuerza Aérea estadounidense en Cabo Cañaveral. La nave fue transportada hasta allí el mes pasado, a bordo de un avión especialmente acondicionado que lo llevó desde el aeropuerto Ben Gurión hasta Orlando, en Florida.
«Después de ocho años de trabajo duro, nuestro sueño se convirtió en realidad y tenemos finalmente una nave espacial», afirmó el CEO de SpaceIL, Ido Anteby, cuando «Bereishit» salió hacia Orlando.
Un detalle también histórico del lanzamiento será que se trata del primer viaje de una nave espacial a la Luna financiado con fondos privados. De hecho, los nombres de algunos de los principales donantes que aportaron al proyecto, que costó en total unos 110 millones de dólares, aparecen escritos en los costados de «Bereishit».
Según explicó la revista canadiense de temas científicos Advocator, el grupo de científicos detrás del proyecto, que incluye académicos de Israel, Francia y Estados Unidos, esperan poder encontrar pistas para resolver «uno de los más grandes enigmas de la Luna, las rocas magneticas».
Advocator recordó que astronautas del programa Apolo trajeron de regreso a la Tierra varias muestras del suelo lunar «y rocas que resultaron ser magnéticas, cuando el núcleo central de la Luna no genera ningún campo magnético».
«En la Tierra, las rocas se magnetizan por el campo magnético global», dijo a la revista canadiense el profesor Oded Aharonson del Departamento de Ciencias Planetarias del Instituto Weizmann.
«¿Cómo y cuándo se magnetizaron las rocas de la Luna?», se preguntó Aharonson. El académico señaló que los instrumentos a bordo de «Bereishit» podrían ayudar a medir el magnetismo de esas rocas «y podremos empezar a entender cómo ocurrió» el fenómeno que viene intrigando a la comunidad científica desde hace décadas.