Investigadores de la Universidad de Tel Aviv desarrollaron una nueva tecnología que podría evitar operaciones repetidas para reemplazar válvulas cardíacas bioprotésicas defectuosas
Muchos pacientes cardíacos a los que se les implantaron tales válvulas, señalaron desde la universidad israelí, se ven obligados a reemplazarlas diez años después debido a la calcificación del tejido de la prótesis.
Mediante la ingeniería genética del componente biológico en la válvula, los científicos mostraron que es posible evitar el ataque inmunológico y el riesgo de calcificación, ofreciendo así válvulas cardíacas bioprotésicas duraderas de próxima generación.
Para el estudio -cuyos resultados fueron publicados en la prestigiosa revista especializada Nature Medicine-, los investigadores analizaron a cerca de 1.700 pacientes y más de 5.000 muestras de sangre tomadas durante casi quince años después de la implantación.
El informe recordó que una de las opciones para los pacientes es la colocación de una válvula cardíaca mecánica que dura mucho pero requiere la administración diaria de anticoagulantes que pueden provocar hemorragias potencialmente mortales.
O pueden elegir válvulas cardíacas bioprotésicas (hechas de tejido bovino, porcino o equino) que permiten a los pacientes llevar una vida razonablemente normal, pero que comúnmente se deterioran después de una década y requieren reemplazo.
Estos hallazgos pueden llevar a «una mejora espectacular en la calidad de vida» de los pacientes cardíacos
«Dado que las válvulas cardíacas bioprotésicas están hechas de tejidos animales, planteamos la hipótesis de que contienen azúcares no humanos que son atacados por el sistema inmunitario» de los pacientes, señaló la doctora Vered Padler-Karavani, quien encabezó el estudio.
Esos azúcares, continuó, provocan con el paso del tiempo la calcificación «que conduce al deterioro estructural de la válvula». Durante el experimento, subrayó la investigadora israelí, «probamos que esta era la razón e incluso sugerimos una solución».
Una vez que comprobaron que los azúcares están detrás de este problema, los expertos examinaron la opción de emplear la ingeniería genética para resolverlo.
Con ese objetivo se crearon porcinos genéticamente modificados para que no desarrollaran esos azúcares ajenos a los humanos. Y, en las pruebas de laboratorio, descubrieron que el tejido de esos animales «había reducido significativamente la calcificación», indicaron.
«Por lo tanto -concluyeron-, se puede aumentar la durabilidad de las válvulas cardíacas bioprotésicas hechas de tales tejidos».
Estos hallazgos «pueden conducir a una mejora espectacular en la calidad de vida de muchos pacientes cardíacos», apuntó Padler-Karavani, según la cual en el futuro se podrán producir también «válvulas biológicas a partir de tejidos de animales modificados que no contengan azúcares en absoluto».