Un estudio llevado a cabo por científicos del Instituto Weizmann de Israel sobre la «personalidad» de ratones de laboratorio puede echar luz sobre los conceptos más escurridizos del comportamiento humano y de su relación con la genética.
El experimento fue desarrollado por el profesor Alon Chen y los miembros de dos grupos que dirige -uno en el Departamento de Neurobiología del Instituto de Ciencia del Weizmann y otro en el Instituto de Psiquiatría Max Planck en Munich, Alemania-, y sus resultados publicados recientemente en la revista especializada Nature Neuroscience.
Los científicos exploraron la «personalidad» en ratones, lo que les permitió desarrollar un conjunto de mediciones objetivas para este concepto que el Instituto Weizmann señaló como «altamente resbaladizo».
«Una comprensión cuantitativa de los rasgos que hacen que cada animal sea un individuo podría ayudar a responder algunas de las preguntas abiertas en la ciencia sobre las conexiones entre los genes y el comportamiento», señaló el centro de altos estudios israelí, que tiene su base en Rehovot, en el centro del país, unos 20 kilómetros al sur de Tel Aviv.
«Personalidad» es, según la definición utilizada por los científicos israelíes, algo que es individual para cada animal y que se mantiene bastante estable para ese sujeto a lo largo de su vida.
En los estudios cientificos, los sujetos humanos generalmente reciben puntajes de personalidad basados en cuestionarios de opción múltiple, pero para los ratones, obviamente, los investigadores debieron primero estudiar su comportamiento y luego elaborar estadísticas y teorías.
Cómo trabajaron con los ratones
Los ratones fueron codificados por colores para su identificación, colocados en pequeños grupos en entornos de laboratorio regulares (con comida, refugio, juguetes, etcétera) y se les permitió interactuar y explorar libremente.
Estos roedores fueron grabados en video durante varios días y su comportamiento analizado en profundidad. En total, los científicos identificaron sesenta comportamientos distintos, como acercarse a otros ratones, perseguir o huir, compartir comida o mantener a otros lejos de la comida, explorar u ocultarse.

El siguiente paso fue crear algoritmo informático para extraer rasgos de personalidad de los datos sobre el comportamiento de los ratones. Este método funciona de manera similar al test de personalidad utilizado para humanos en el que los sujetos se califican en escalas móviles que otorgan puntos por extroversión, amabilidad, conciencia, el neuroticismo y la apertura a las experiencias.
Para los ratones, los algoritmos que el grupo había desarrollado revelaron cuatro escalas distintas y que -aunque los investigadores se abstuvieron de asignar etiquetas antropomórficas a estas clasificaciones- se pueden aplicar de manera muy similar a los humanos.
Los investigadores descubrieron que se podía ver que cada ratón tenía una «personalidad» única e individual que mostraba constantemente su comportamiento. Para ver si estos rasgos eran, de hecho, estables, los investigadores mezclaron los grupos, lo que representa una situación estresante para los ratones.
Así descubrieron que algunos de los comportamientos cambiaron, a veces drásticamente, pero lo que habían evaluado como «personalidad» seguía siendo la misma.

¿Qué se puede aprender de un método para evaluar la personalidad de un ratón? Desde el Weizmann destacaron que, en colaboración con el profesor Uri Alon, del Departamento de Biología Celular Molecular del Instituto, el equipo utilizó las escalas lineales que habían desarrollado para trazar un «espacio de personalidad» en el que se compararon rasgos.
Este tipo de análisis produce unos «arquetipos» que se pueden aplicar a distintos sujetos de estudio, desde los ratones que permanecen en las esquinas, los más «amigables», los «dominantes» y los «subordinados».
Cuando esos rasgos se estudian de esta manera, se pueden señalar trazos evolutivos, marcados -por ejemplo- por la necesidad de sobrevivir y prosperar en una jerarquía de dominación.
«De hecho -dijo el doctor Oren Forkosh, uno de los investigadores-, vemos que estos arquetipos, y todos los tonos intermedios, son bastante naturales». Según Forkosh, esos rasgos nunca fueron «extirpados» de la «personalidad» de los ratones, «a pesar de que han vivido durante generaciones en laboratorios y probablemente no podrían sobrevivir en la naturaleza».
Este método, continuó Forkosh, «abrirá las puertas a todo tipo de investigaciones». Si se puede «identificar la genética de la personalidad y cómo nuestros hijos heredan ciertos aspectos de ella, también podríamos diagnosticar y tratar problemas cuando estos genes salen mal».
«Incluso podríamos, en el futuro, utilizar estas ideas para desarrollar una psiquiatría más personalizada, por ejemplo, para poder prescribir los tratamientos adecuados para la depresión», afirmó Forkosh. «Además, podemos usar el método para comparar la personalidad entre especies y, por lo tanto, obtener información sobre los animales que comparten nuestro mundo», completó el científico israelí.