Aunque logramos recorrer los cielos a velocidades increíbles a bordo de sofisticados aviones, y hasta alcanzar la Luna en cohetes de ciencia ficción, los humanos nunca seremos capaces de hacerlo sin aparatos: estamos genéticamente atados al suelo
Hasta ahora, los investigadores se habían enfocado en estudiar factores estructurales como las alas, algo que efectivamente define a las aves, una categoría de animales que sí es capaz de elevarse y volar sin necesidad de cohetes o motores.
Pero un estudio publicado por el profesor Avihu Klar, de la Facultad de Medicina de la Universidad Hebrea de Jerusalén, y el profesor Claudio Mello, de la Universidad de Ciencias y Salud de Oregón mostró que existen características moleculares específicas que distinguen a las aves de los mamíferos.
Se trata de diferencias que permiten que las aves aleteen y tomen los cielos, remarcaron los académicos.
El estudio, afirman desde la Universidad Hebrea de Jerusalén, «proporciona una pista sobre el enigma evolutivo»
En estudios anteriores, los científicos halaron que la capacidad de caminar de los mamíferos y reptiles está incrustada dentro de su médula espinal. En este nuevo estudio, los científicos encontraron que la capacidad de volar está incrustada en la médula espinal de las aves.
Para este experimento, el equipo examinó de cerca las redes neuronales de embriones de pollo y ratón y descubrió que la codificación genética de la molécula efrina-B3 en las aves es fundamentalmente diferente a la de los mamíferos y reptiles.
«La molécula efrina-B3 está presente en mamíferos pero mutada o ausente en aves -dijo el profesor Klar-. Esta simple pero profunda diferencia es lo que permite a las aves batir sus alas y emprender el vuelo», añadió.
Según la universidad israelí, estos hallazgos refuerzan la teoría de que la evolución (cambios genéticos a lo largo del tiempo) ayudó a las aves a desarrollar una red de neuronas que activa un patrón de movimiento muy coordinado, como es el batir de alas simultáneo.
«Nuestro estudio proporciona una pista sobre el enigma evolutivo: ¿cómo se desarrolló el sistema nervioso para caminar, volar o nadar?«, resumió el profesor Klar.