Liel Krutokop, de 11 años, llegó junto a su familia al parque Ciudad de David, en la capital, para pasear y participar junto a arqueólogos de la Autoridad de Antigüedades de Israel (AAI) en el filtrado y limpieza de tierra de excavaciones
Grande fue la sorpresa de Liel cuando encontró una circunferencia brillante entre la tierra. Cuando la enjuagó, vio que se trataba de una vieja moneda.
Ya en manos de los arqueólogos, el hallazgo quedó más claro. Se trata de una moneda acuñada hacia los años 67 o 68 de la era cristiana por sacerdotes del Templo de Jerusalén que apoyaban a los rebeldes judíos que peleaban contra los romanos que, en aquel momento, controlaban la ciudad.
«Vertimos un balde con tierra en el colador, y mientras filtramos las piedras que había dentro, vi algo redondo», contó Liel, cuya historia fue difundida por la prensa israelí y después dio la vuelta al mundo.
No es en absoluto la primera vez que una persona «común» encuentra un valioso elemento arqueológico en Israel. En mayo del año pasado, por ejemplo, un niño que paseaba con sus padres por el sitio de excavaciones de Tel Gamma encontró una tablilla de hace 3.500 años.
Arqueólogos de la Autoridad de Antigüedades de Israel señalaron que se trató del hallazgo de una moneda «rara»
Y, en febrero de este año, un soldado israelí que estaba entrenando en el norte del país halló en el suelo una moneda de hace más de 1.800 años.
En cuanto al descubrimiento de Liel, expertos de la AAI apuntaron que pesa alrededor de 14 gramos y presenta marcas del levantamiento judío, con una copa de un lado y la inscripción «shekel de Israel» y «segundo año» del otro, en referencia al segundo año de la revuelta.
Resultó ser «un hallazgo raro», dijo el doctor Robert Kool, quien dirige el departamento numismático de la AAI, ya que «de muchas miles de monedas descubiertas hasta la fecha en excavaciones arqueológicas, solo unas 30 son de plata y del período de la Gran Revuelta«.
Liel, por su lado, confesó que tuvo «mucha suerte de encontrar» la moneda, y agradeció públicamente a su hermana, quien eligió el balde de tierra que se pusieron a tamizar.
«Si ella no hubiera elegido este cubo en particular, no habría encontrado la moneda», admitió la pequeña israelí.