Un estudio de largo plazo realizado entre habitantes mayores y ancianos de la ciudad de Jerusalén, la capital de Israel, mostró que el optimismo alarga la vida, hasta en un 25 por ciento
Se trata de un experimento social realizado por la Universidad Hebrea de Jerusalén sobre un grupo de 1.200 habitantes de la ciudad nacidos en 1920 o 1921.
Los expertos analizaron desde la década del ’90 la salud, capacidad para funcionar, bienestar económico, habilidades sociales, nivel de ansiedad, integridad y optimismo de estos jerosolimitanos y jerosolimitanas.
El optimismo, señalaron desde la universidad israelí, se midió a través de preguntas sobre las experiencias positivas de los participantes y las expectativas para el futuro.
«Nuestros hallazgos indican que el optimismo tiene un impacto en la supervivencia, mientras que otros estudios han demostrado que mejora las funciones relacionadas con la salud, como nuestro sistema inmunológico», afirmó el doctor Yoram Maaravi.
El investigador, quien encabezó el estudio junto a los profesores Jochanan Stessman y Jeremy Jacobs, dijo que el optimismo también redujo «los factores de riesgo de hipertensión arterial y problemas cardíacos, y tal vez incluso del cáncer».
Además de las entrevistas individuales, los investigadores analizaron los registros médicos y, posteriormente, de defunción de los participantes y tuvieron en cuenta parámetros como género, situación económica, estado civil y parental, niveles de educación y la actividad física y social.
El optimismo es un rasgo «que podemos desarrollar», dicen los expertos israelíes
La Universidad de Jerusalén reportó que, una vez que tuvieron todos los datos, los expertos determinaron que «existía una correlación entre una perspectiva positiva y una vida más larga».
El equipo «encontró evidencia clara de que los participantes de edad avanzada (de 85 a 90 años) con un puntaje de optimismo alto tenían una tasa de supervivencia un 20 por ciento más alta. sobre aquellos que eran menos optimistas«, añadieron.
Ese número saltó al 25 por ciento en el grupo de edad de más de 90 años, destacó el estudio, según el cual los varones, en general, eran más optimistas que las mujeres que participaron del experimento.
«El optimismo no tiene que ser visto como un rasgo con el que nacemos, sino como uno que podemos desarrollar», señaló Maaravi.
«Es importante pensar en formas de aumentar el optimismo porque está más claro que nunca que puede ayudar a las personas en todas las etapas de sus vidas», completó el académico israelí.
Los resultados del estudio, en inglés, se pueden consultar haciendo click aquí.