Un residente de la ciudad de Haifa, en el norte del país, con problemas de visión que lo hacían prácticamente ciego, volvió a ver gracias a la implantación de una córnea artificial desarrollada por una empresa israelí
Jamal Furani, un israelí árabe de 78 años, ya no podía reconocer a sus familiares y vecinos, necesitaba ayuda para leer y era considerado legalmente ciego, hasta que se convirtió en la primera persona en recibir la córnea fabricada en laboratorio por Corneat Vision, la firma que tiene su base en Ra’anana, pocos kilómetros al norte de Tel Aviv.
«Ver a otro ser humano recuperar la vista fue una experiencia electrizante y conmovedora, había muchas lágrimas en la habitación» del Centro Médico Rabin (antes conocido como Hospital Beilinson) de Petah Tikva, también en la periferia de Tel Aviv, afirmó el doctor Gilad Litvin, creador de la córnea artificial.
La operación se llevó a cabo el 3 de enero último, informaron voceros de Corneat Vision. Según precisaron, el implante que se le colocó a Furani es el CorNeat KPro, diseñado para reemplazar córneas deformadas, con cicatrices u opacidades, y que se integra con la pared del ojo sin depender del tejido del donante.
«El procedimiento quirúrgico fue sencillo y el resultado superó todas nuestras expectativas», dijo la profesora Irit Bahar, jefa del Departamento de Oftalmología del Centro Médico Rabin. «Estamos orgullosos de encontrarnos a la vanguardia de este emocionante y significativo proyecto que sin duda impactará la vida de millones», añadió Bahar.
Almog Aley-Raz, cofundador y director ejecutivo de CorNeat Vision, adelantó que un total de diez pacientes están aprobados para más pruebas clínicas en el hospital Rabin Medical Center en Israel, dos planificados para este enero en Canadá y otros seis en diferentes etapas del proceso de aprobación en Francia, Estados Unidos y Holanda.
En julio del año pasado, cuando se anunció que la CorNeat KPro ya estaba lista para ser implantada, la profesora Bahar explicó que la tecnología detrás del dispositivo permite la fijación permanente y biomecánica de materiales sintéticos al tejido humano vivo, lo que resulta «clave para cambiar el rumbo de la ceguera corneal global», afirmó.