Investigadores israelíes desarrollaron un novedoso método que mejora la antigua práctica de la clonación de plantas cortando tallos, hojas o raíces para hacerlas crecer aparte, y abrieron las puertas a un importante avance para la agricultura.
Un gran número de árboles frutales y forestales, así como plantas ornamentales, se basan hoy en día en la propagación con el sistema conocido como esqueje: la creación de plantas que son clones genéticos de un ejemplar con características deseables.
Mejorar el proceso de enraizamiento, dijeron los científicos de la Universidad de Tel Aviv que llevaron a cabo el estudio, «puede contribuir a la agricultura global en una variedad de aspectos».
Entre esas posibles mejoras se destacan la posibilidad de desarrollar nuevas variedades de alta calidad, bajar los precios para los agricultores y consumidores, aumentar la viabilidad económica de nuevos cultivos o adaptarlos a las condiciones climáticas cambiantes.
Como sabe cualquier aficionado a la jardinería, cortar un tallo o una hoja de una planta especialmente sana o bella y colocarla en tierra con buenas condiciones puede resultar en un nuevo ejemplar con características similares.

En agricultura, ese concepto se aplica, por ejemplo, a los árboles que brindan frutos sabrosos o las semillas que se demuestran resistentes a sequías. Los nuevos individuos creados de esta manera son en realidad clones, con la misma genética que la planta madre.
Aumentando la eficacia
Pero para que un cultivo sea económicamente viable, se necesitan porcentajes de enraizamiento de al menos el 50-60%, una cifra que es una consideración importante para los agricultores cuando planifican su trabajo.
Los porcentajes de enraizamiento, explicó la doctora Einat Sadot, una de las líderes de la investigación, «varían entre diferentes géneros de una misma familia, entre diferentes especies del mismo género e incluso entre diferentes cultivares de la misma especie».
Además, recordó, «hay importantes plantas agrícolas que son particularmente difíciles de enraizar» durante el proceso de clonación.
Para mejorar el porcentaje de plantas que desarrollan raíces, es necesario exponer los esquejes a la hormona vegetal auxina, un procedimiento que se descubrió hace más de 70 años y apenas cambió desde entonces.
La eficacia del tratamiento con auxinas varía de una planta a otra, apuntó por su lado el doctor Roy Weinstain, otro de los responsables del estudio.

«Hay numerosas plantas de importancia agrícola que difícilmente responden al tratamiento estándar con auxinas -señaló el investigador-. Y, por lo tanto, no pueden comercializarse».
Manzanos y eucaliptos
Para enfrentar este problema en la clonación de plantas, los científicos israelíes, que trabajaron junto a investigadores de Estados Unidos, Alemania, Dinamarca y Gran Bretaña durante ocho años, apostaron a una aplicación más lenta de las auxinas.
En un primer momento elaboraron un catálogo de esas hormonas pero en versión artificial, capaces de -precisamente- desacelerar la liberación de las auxinas en las células de los vegetales.
A través de una serie de experimentos con árboles como eucaliptos rosados y manzanos y plantas como el argán, los investigadores lograron porcentajes de enraizamiento del doble o más en comparación con el tratamiento estándar con auxinas.
Con este nuevo método, concluyeron los científicos, se pueden «desarrollar y comercializar más cultivares de alta calidad, eliminando la necesidad de ‘hacer concesiones’ con variedades de menor calidad simplemente porque tienen altas tasas de enraizamiento».