Un profesor israelí, conocido por sus trabajos en la separación del agua en hidrógeno y oxígeno, un proceso clave en el terreno de la energía del futuro, recibió un prestigioso premio del Institut de France.
Fundado en 1795 y actualmente bajo la supervisión del presidente de Francia, el instituto fomenta la investigación, apoya la creatividad y proporciona financiación para muchos proyectos en forma de premios, becas y subvenciones.
En este caso, el receptor del Grand Prix Scientifique en Química e Hidrógeno de la fundación Charles Defforey y el Institut de France fue el profesor Gideon Grader, del Technion israelí, por sus trabajos para el desarrollo de tecnología innovadora de hidrógeno verde.
Durante la última década, Grader desarrolló el proceso E-TAC para dividir el agua en hidrógeno y oxígeno, junto con el profesor Avner Rothschild y las doctoras Hen Dotan y Avigail Landman.
En base a esta tecnología innovadora se fundó en el 2019 una empresa de hidrógeno verde, H2Pro, que actualmente emplea a unas 100 personas. La compañía recaudó más de 100 millones de dólares en capitales de riesgo de fondos como el BEV de Bill Gates y Horizon Ventures.
Desde el Technion explicaron que, actualmente, el método E-TAC utiliza varios pasos consecutivos durante los cuales se producen hidrógeno y oxígeno en electrodos estacionarios en diferentes momentos en un proceso por lotes (batch process).
Eso se logra haciendo circular soluciones electrolíticas a diferentes temperaturas a través de los electrodos.
El camino hacia la producción industrial de energía verde
La idea principal por la que el profesor Grader ganó el premio es la transformación de la idea E-TAC de un proceso por lotes a un proceso continuo para la producción de hidrógeno verde.
Ese objetivo, señalaron, se logra mediante el desarrollo de electrodos únicos que pueden moverse continuamente entre los sitios separados donde el hidrógeno y el oxígeno se producen simultáneamente, mientras que la solución permanece estacionaria.
Se trata de un avance que simplificará el control de procesos, mejorará la estabilidad y permitirá una operación a largo plazo a bajo costo. Y, lo más importante, también permitirá un salto más fácil hasta el nivel industrial de la producción de energía verde.