Una compañía emergente israelí que se dedica a la ingeniería de tejidos para trasplantes y para tratamiento de personas con lesiones en la columna vertebral quedó tercera en la Startup World Cup 2022 que se llevó a cabo en San Francisco, en Estados Unidos
Matricelf, que tiene su base en Ness Ziona, cerca de Tel Aviv, desarrolla una plataforma para la impresión 3D autóloga (personal) de tejidos y órganos que reduce significativamente el riesgo de rechazo de implantes.
A San Francisco, el equipo de la firma israelí llegó con su proyecto para producir implantes neuronales autólogos destinados a lesiones de la médula espinal, con el objetivo de evitar, entre otras cosas, el uso de sillas de ruedas en pacientes con ese problema médico.
Durante el concurso, que se celebró a fines de setiembre, «presentamos la tecnología de la compañía ante cientos de invitados, varios administradores de fondos y compañías de todo el mundo», relató el CEO de Matricelf, Asaf Toker.
Citado por el diario económico israelí Globes, Toker se declaró «honrado» de haber quedado en el podio de «las tres compañías más prometedoras», lo que -afirmó- significa «un gran éxito y una expresión de confianza» en su «solución para pacientes paralizados después de lesiones traumáticas en la médula espinal» y para el futuro tratamiento de «otras enfermedades».
La startup israelí fue fundada en el 2019 por Alon Sinai y el profesor Tal Dvir, de la Universidad de Tel Aviv, quien desarrolló la tecnología detrás de los proyectos de Matricelf y de la primera impresión 3D de un corazón humano, llevada a cabo a principios del 2019.
«No hay duda de que la transición de la academia a la industria es un desafío para nosotros, y este reconocimiento por parte de la industria de que estamos en el top 3 de las empresas más prometedoras del mundo es otro hito» en el trabajo para reparar la médula espinal y tratar otras enfermedades, apuntó Dvir.
El «mundial» de las startups fue organizado por Pegasus Tech Ventures, una conocida firma de capital de riesgo global con sede en Silicon Valley.
Un panel compuesto exclusivamente por mujeres inversoras independientes de capitales de riesgo evaluó las propuestas de los diez finalistas y finalmente otorgó el gran premio, de un millón de dólares, a SRTX, una empresa canadiense de tecnología de ciencia de materiales.