Científicos israelíes identificaron el patógeno responsable de arrasar la población de erizos de mar de la especie Diadema setosum en Eilat, en el extremo sur del país, y alertaron que se trata de una epidemia de posible alcance global.
Un estudio de la Universidad de Tel Aviv señaló que la epidemia mortal descubierta el año pasado, que esencialmente acabó con los erizos de mar más abundantes y ecológicamente significativos de Eilat, se extendió por el Mar Rojo y el Océano Índico.
Según los investigadores, lo que al principio parecía una epidemia grave pero local, se extendió rápidamente por la región y ahora amenaza con convertirse en una pandemia mundial.
Los «jardineros» del mar
Los erizos de mar son considerados los «jardineros» de los arrecifes de coral, se alimentan de algas que compiten con los corales por la luz solar y su desaparición puede afectar gravemente el delicado equilibrio de esos sistemas subacuáticos a nivel mundial.
Utilizando herramientas de genética molecular, los investigadores pudieron identificar el patógeno responsable de la mortalidad masiva de erizos de mar de la especie Diadema setosum en el Mar Rojo: un parásito escuticociliado muy similar al Philaster apodigitiformis.
Los expertos indicaron que este organismo unicelular también fue responsable de la mortalidad masiva de Diadema antillarum en el Caribe hace dos años.
La desaparición de los erizos de mar en Eilat es «una crisis ecológica creciente que amenaza la estabilidad de los arrecifes de coral a una escala sin precedentes», advirtió el doctor Omri Bronstein, quien encabezó la investigación.
«Al parecer -agregó-, la mortalidad masiva que identificamos en Eilat allá por 2023 se extendió a lo largo del Mar Rojo y más allá: hasta Omán, e incluso hasta la Isla Reunión en el Océano Índico».
Según Bronstein, actualmente no existe ninguna posibilidad de ayudar a los erizos de mar infectados ni de vacunarlos contra la enfermedad.
¿Qué causo el desastre?
El experto propuso establecer poblaciones reproductoras de especies en peligro de extinción en sistemas de cultivo desconectados del mar, para reintroducirlas en su entorno natural en el futuro.
«Desafortunadamente, no podemos reparar la naturaleza, pero ciertamente podemos cambiar nuestro propio comportamiento», reflexionó el investigador israelí, quien dejó algunas preguntas.
«En primer lugar -dijo-, debemos entender qué causó este brote en este momento. ¿El patógeno es transportado sin saberlo por embarcaciones marítimas? ¿O siempre estuvo aquí, estallando ahora debido a a un cambio en las condiciones ambientales?».