Ya despegaron y están en órbita los garbanzos viajeros que participarán el experimento del «hummus del espacio»: buscarán cultivarlos fuera de la Tierra para observar si pueden crecer en un ambiente de gravedad cero
Los veintiocho garbanzos salieron rumbo a la Estación Espacial Internacional (EEI) a bordo de la nave espacial de carga Cygnus, que despegó sobre un cohete Antares de Northrop Grumman desde la base de Wallops Island, en el estado norteamericano de Virginia el 19 de febrero.
Además de los implementos para este experimento, la nave partió con 1.352 kilogramos de suministros para la tripulación de la EEI, 1.308 kilos de herramientas para vehículos, 896 kilogramos de equipos científicos, elementos para caminatas espaciales y recursos informáticos.
«Esto es algo que nunca se ha hecho» hasta ahora, advierten los encargados del experimento
Detrás del proyecto para hacer crecer los garbanzos se encuentran la agencia SpaceIL -la misma que en abril del 2019 estuvo a punto de hacer alunizar el módulo Bereishit– y un equipo de la Universidad de Stanford liderado por el israelí Yonatan Winetraub.
La idea es poner a funcionar cuanto antes en la EEI el pequeño invernadero que despegó en la nave Cygnus. Dentro del equipo se espera que germinen las semillas de garbanzos, provenientes de Israel, utilizando un programa de software que se opera desde la Tierra.
Según se informó cuando se presentó el proyecto, las plantas se cultivarán durante un mes y luego se refrigerarán hasta que sean traídas de regreso a la Tierra, en junio de este año.
El experimento está en sintonía con otros similares desarrollados a bordo de la EEI con el objetivo de estudiar las posibilidades de cultivar vegetales en el espacio. Hasta ahora, en general, los astronautas se alimentan de comidas congeladas o concentradas.
Hay ya algunos antecedentes de éxito en este terreno: la astronauta estadounidense Jessica Meir (hija de un israelí y candidata a convertirse en la primera mujer en la Luna) contó que durante su paso por la EEI preparó y consumió una ensalada con vegetales desarrollados a bordo de la estación.
Voceros del proyecto adelantaron que las fases más importantes del experimento serán supervisadas por el astronauta israelí Eytan Stibbe, quien saldrá hacia la EEI a fines de marzo próximo en la primera misión privada de la historia de la estación internacional.
Según estos expertos, «ya no tiene sentido enviar suministros desde la Tierra» a las misiones espaciales
Entrevistado por el New York Post, Winetraub, quien es también uno de los cofundadores de SpaceIL, admitió que los científicos de su equipo «no sabemos si los garbanzos pueden crecer en el espacio» y que «esto es algo que en realidad nunca se ha hecho antes».
De todas maneras, añadió, en esta época en que «todo el mundo quiere ir al espacio, e incluso particulares como Elon Musk (dueño de Tesla) y Jeff Bezos (de Amazon) hablan de enviar astronautas a la superficie de la Luna, la pregunta obvia es, ¿qué van a comer?«.
Winetraub dijo que, al tiempo que avanza la tecnología para viajar e incluso colonizar otros planetas y satélites, «ya no tiene sentido enviar suministros desde la Tierra».
«Se necesita reciclar, reutilizar y reducir y usar lo que sea que haya» en las estaciones espaciales y las futuras bases fuera de nuestro planeta, apuntó, Las plantas, subrayó, «son bastante asombrosas haciendo justamente eso».
Precisamente, el «hummus del espacio» es solamente uno de los treinta y cinco experimentos que deberá controlar Stibbe, y muchos de ellos están relacionados con los alimentos.
¿Podrán los astronautas del futuro «imprimir» y consumir filetes de «carne» sin carne?
Por ejemplo, otro de los experimentos es patrocinado por Aleph Farms, una empresa israelí a la vanguardia de la «impresión» en 3D de «carne» sin carne, preparada con biotinta de origen vegetal.
En el marco de la misión de Stibbe, conocida como Rakia, Aleph Farms buscará estudiar cómo la gravedad impacta las células que componen los elementos básicos de un bistec.
Eso le permitirá comprobar si su tecnología se puede adaptar de manera eficiente a un eventual proceso de producción de alimentos en misiones fuera de la Tierra. Es decir, que los futuros astronautas puedan «imprimir» y comer filetes en el espacio, obviamente sin necesidad de contar con mataderos de vacas.
Los descubrimientos que puedan lograr Stibbe y sus colegas también podrán ser aplicados a la Tierra, donde las fuentes de alimentación ya enfrentan una gran variedad de problemas.
«Cuanto más aprendamos a cultivar alimentos con menos recursos», como ocurre en el espacio, «más preparados estaremos también para los desafíos que nos esperan en la Tierra», resumió Winetraub.