Un revolucionario estudio desarrollado por investigadores israelíes mostró que la salud de los niños, incluso aquellos que padecen obesidad, depende de la cantidad de grasa en el hígado, no necesariamente del peso corporal.
«Descubrimos que los niños con obesidad pueden ser saludables«, aseguraron los responsables del estudio, llevado a cabo por expertos de la Universidad de Tel Aviv y del Hospital Infantil Dana Dwek, que forma parte del centro médico Ijilov.
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La investigación, añadieron, «demostró que, aunque no podemos reducir la cantidad de alimentos que consumen los niños obesos, sí podemos proteger su salud garantizando la calidad nutricional de sus alimentos y reduciendo el daño del hígado graso».
Durante el experimento, los investigadores emplearon métodos innovadores para examinar a treinta y un niños israelíes con obesidad, con el fin de comprender por qué algunos desarrollaron enfermedades como resultado de su sobrepeso mientras otros se mantenían sanos.
La diferencia está en la grasa hepática
Según el reporte, los expertos hallaron que el porcentaje de grasa en el hígado de los niños que ya padecían alguna enfermedad era dos veces y media mayor (14 por ciento frente a 6 por ciento) que el del grupo de niños obesos sanos.
Los investigadores enfatizaron que, según los hallazgos, la salud de los niños obesos se ve influenciada no solo por la cantidad, sino también por la calidad y la composición de los alimentos que consumen.
El estudio fue dirigido por el profesor Yftach Gepner y el estudiante de doctorado Ron Sternfeld, de la Facultad de Ciencias Médicas y de la Salud y el Instituto de Ciencias del Deporte de la Universidad de Tel Aviv. Los resultados se publicaron en la revista Frontiers in Nutrition.

Sternfeld explicó que se trata de un «estudio transversal: no hicimos un seguimiento de los niños a lo largo del tiempo, sino que los examinamos exhaustivamente en un momento dado». Por eso, añadió, «solamente podemos indicar correlación, pero no causalidad en nuestros hallazgos».
«No obstante -remarcó-, el estudio es importante y único, ya que investiga por qué algunos niños obesos se mantienen metabólicamente sanos, mientras que otros del mismo peso ya muestran signos de enfermedad metabólica».
Para ello, los investigadores realizaron una amplia gama de pruebas médicas y revisaron los historiales médicos de los niños desde la etapa prenatal.
Tecnología no invasiva y un dato contundente
Lo más destacado del estudio fue el uso de la tecnología MRS, un método avanzado no invasivo que evalúa directamente la composición hepática, lo que permite una medición precisa del porcentaje de grasa hepática durante las resonancias magnéticas.
«Este es uno de los pocos estudios que utilizó la MRS para diagnosticar el hígado graso en niños obesos», destacó Sternfeld.
Los niños que participaron del estudio fueron todos similares en edad y peso corporal, pero un grupo aún presentaba salud metabólica, mientras que el otro ya presentaba niveles anormales de glucosa en ayunas, lípidos sanguíneos, colesterol y/o presión arterial.
Durante el experimento, los expertos descubrieron que el factor más asociado con la enfermedad metabólica era el porcentaje de grasa en el hígado: 14 por ciento en los que ya presentaban la enfermedad y solo un seis por ciento en el grupo de niños obesos pero aún sanos.
«Analizamos diversos criterios y no encontramos diferencias entre los dos grupos», apuntó Sternfeld. «Por ejemplo -dijo-, no encontramos diferencias en la grasa visceral que rodea los órganos internos del abdomen, considerada un importante indicador de riesgo metabólico».

En cambio, explicaron desde la Universidad de Tel Aviv, se detectó una marcada diferencia en el porcentaje de grasa en el hígado.
El hígado graso se define como una afección en la que más del 5,5 por ciento del órgano está compuesto de grasa. Vinculado a la diabetes, la hipertensión arterial, la apnea del sueño, entre otras, el hígado graso se considera una de las principales causas de enfermedades asociadas con la obesidad.
«Para nuestra sorpresa –relató Sternfeld-, descubrimos que algunos niños obesos no padecen hígado graso». Según los investigadores, este fenómeno es difícil de explicar, aunque se pueden sugerir algunas hipótesis.
Dieta mediterránea y prevención
«Al comparar las dietas de los niños, descubrimos que quienes ya presentaban enfermedades consumen mayores niveles de sodio, alimentos procesados y ciertos ácidos grasos saturados provenientes de proteínas animales, principalmente carne roja», señaló Gepner.
Eso significa «que la calidad, y no solo la cantidad, de los alimentos influye», remarcó el profesor israelí, quien recomendó «una dieta mediterránea» para «brindar protección contra enfermedades metabólicas, incluso en casos de obesidad».
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Otra explicación, continuó Gepner, está relacionada con el historial médico de los niños. «Descubrimos que el triple de niños del grupo de ‘obesidad no saludable’, en comparación con aquellos que aún estaban sanos, habían nacido tras embarazos de alto riesgo«, reveló.
«Sea cual sea la causa precisa, nuestro estudio refuerza la hipótesis de que el hígado es el órgano metabólico más importante y debería ser un objetivo principal de la medicina preventiva», completó Gepner.