El gran actor Robert De Niro está desarrollando un verdadero paraíso en la isla caribeña de Barbuda, con un muy lujoso (y carísimo) complejo «verde» de hotel y villas en el que se están invirtiendo cerca de 250 millones de dólares, algunos de ellos provenientes de una familia judía.
De Niro llegó por primera vez a Barbuda hace unos treinta años y rápidamente se enamoró de la isla, conocida durante mucho tiempo por ser un refugio favorito de Diana Spencer, la fallecida princesa de Gales. Lady Di solía hospedarse en el K Club, el origen del nuevo proyecto.
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Es que, en el 2014, el actor estadounidense y uno de sus socios, el magnate australiano James Packer arrendaron 161 hectáreas en la zona del entonces desaparecido K Club. Allí abrieron el restaurante Nobu Barbuda, el primer capítulo de su resort.
Ahora, De Niro y sus inversores están construyendo el hotel y las villas para acompañar el restaurante. Se espera que el complejo abra sus puertas en el 2026, para aquellos que puedan pagar 12.000 dólares por las habitaciones y mucho más por las villas valuadas en 12 millones.
Un proyecto que arrancó con polémica
Según se recordó en el momento del anuncio de la construcción del hotel, De Niro y sus socios se vieron beneficiados en el 2015 por una ley conocida como Paradise Found, que les concedió un contrato de alquiler de noventa y nueve años que contrasta con las normas generales.
Las leyes de Barbuda establecen que las tierras de la isla son propiedad comunitaria, por lo que la excepción causó fuertes polémicas entre los residentes de la isla. En especial, temen que un proyecto de esta envergadura afecte la bella naturaleza local.
Entrevistado por el Times, de Londres, el actor estadounidense, de 82 años, aseguró que el Nobu «está diseñado para integrarse con el entorno y mantener la belleza natural del paisaje», y que eso es «lo que hace que la propiedad sea tan especial».
Con la aprobación en el bolsillo y los planos sobre la mesa, el actor de Taxi Driver (1976) y Goodfellas (1990) avanza con su sueño de la mano de Packer, dueño de una fortuna de 3.400 millones de dólares y principal accionista de la cadena Crown Resorts, que tiene casinos en Inglaterra y Australia.
El otro socio es Daniel Shamoon, nacido en Londres en 1975 y una figura destacada en la industria hotelera de lujo global. Junto a su hermana, Jennica, dirige Bursha Holdings, una compañía dedicada al desarrollo inmobiliario y las inversiones en bienes raíces.
Daniel y Jennica son hijos de David Shamoon, un judío de origen iraquí que, una vez instalado en España, rescató dos hoteles emblemáticos, el Marbella y el Puente Romano, y los convirtió en la piedra fundamental de sus negocios en el sector del turismo.
Dos jóvenes judíos que «mueven los hilos» en la Costa del Sol
Un perfil publicado en el 2019 por el portal de la edición española de Vanity Fair presentaba a Jennica y Daniel entre los «empresarios, ‘socialites’ y poderosos» que «mueven los hilos en Marbella».
Los herederos de David Shamoon -quien falleció en el 2013 a los 82 años, son «jóvenes de origen judío» que «viven gran parte del año en Londres y dirigen Bursha Holdings, una empresa dedica al desarrollo e inversiones inmobiliarias», apuntó la revista.
«Son -completó Vanity Fair- los dueños de Puente Romano y del Marbella Club, dos de los hoteles más emblemáticos de la localidad», y «el año pasado sumaron otro: el hotel de lujo y el restaurante Nobu, de la mano de Robert De Niro».
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El proyecto Nobu Beach Inn tiene diecisiete villas privadas de hasta 550 metros cuadrados con jardines propios. De Niro, Packer y Shamoon pusieron a la venta veinticinco «residencias exclusivas» desde 12 millones de dólares y parcelas adicionales para desarrollos privados.
Según el diario español La Razón, el objetivo de la empresa -que tiene entre sus proyectos un hotel en Tel Aviv- es «atraer a una clientela internacional que busca privacidad en un entorno natural aún virgen».













