Un segmento cada vez más reducido de ultra ricos está redefiniendo el mercado inmobiliario de Jerusalén: ya no buscan solo viviendas de lujo, sino propiedades únicas cargadas de historia, cuyo valor premium no se mide en metros cuadrados sino en singularidad, legado y permanencia.
El fenómeno se apoya en una tendencia previa: desde hace varios años, la capital de Israel viene consolidándose como destino de judíos adinerados de la Diáspora que deciden mudarse de forma definitiva, empujados por el aumento del antisemitismo en el exterior y por el deseo de vivir en la ciudad santa.
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A diferencia de etapas anteriores, en las que predominaban las segundas residencias o las inversiones puntuales, hoy el foco está puesto en la radicación y en proyectos de vida de largo plazo.
Ese cambio de perfil elevó la demanda en el segmento premium y ultra premium, con operaciones habituales en el rango de los 10 a 25 millones de shekels (entre algo más de tres millones a casi ocho millones de dólares) y un mercado mucho más exclusivo para propiedades excepcionales que superan ampliamente esos valores.
La oferta, en especial en barrios históricos del centro de la ciudad, es limitada, lo que sostiene precios elevados incluso en un contexto de mayor incertidumbre económica.
Propiedades únicas con valor (y precio) histórico
Uno de los casos que mejor resume este giro es Villa Sherover, una mansión ubicada en el barrio de Talbieh, considerada una de las propiedades privadas más grandes y emblemáticas de Jerusalén.
«Cuando el industrial Miles Sherover abrió esta casa en 1956, era la residencia privada más grande de Israel y se convirtió en un centro para recibir jefes de estado, diplomáticos y a la élite de la sociedad israelí”, explicó Tomer Dowek, vicepresidente de desarrollo de negocios de Prosperity Real Estate, la firma que gestiona su venta.
Algunos de los líderes que pasaron por la residencia fueron Itzjak Rabin y Golda Meir, se lee en un website dedicado al lugar, que también recuerda que el edificio fue diseñado por tres notables arquitectos venezolanos: Carlos Guinand, Moses Ben Ashraf y Emilio Vestuti.
Será por eso que «la villa presenta un estilo inspirado en América del Sur» y cuenta entre «sus características más llamativas» los «coloridos mosaicos que adornan el tejado en forma de pirámide invertida, que añaden un toque único a su diseño moderno».
Un mercado que no se mide en metros cuadrados
En cuanto al precio, un artículo del portal Times of Israel aseguró en junio de este año que la etiqueta dice 120 millones de shekels, unos 34 millones de dólares.
Entrevistado para otra nota del sitio, que le dedicó en este mes de diciembre un largo reportaje al nuevo fenómeno inmobiliario, el agente de bienes raíces Dowek aseguró que «no existen hoy propiedades privadas de esta escala disponibles en Jerusalén».
La vivienda cuenta con unos 1.200 metros cuadrados construidos y fue concebida para albergar grandes eventos, con salones de recepción, bodegas, piscina cubierta y accesos de servicio independientes.
Para Dowek, este tipo de activos en la Jerusalén premium escapan a los criterios tradicionales de valuación: «En una casa como esta, el precio no puede calcularse por metro cuadrado. Es como comprar una joya rara o una obra de arte única».
Estilo de vida de lujo, en la capital de Israel
Describiendo la tendencia general, Oren Cohen, otro agente inmobiliario especializado en activos de lujo en Jerusalén, dijo que los clientes de este tipo de residencias son «personas que hace diez años compraban pequeños departamentos para vacaciones».
Pero «ahora adquieren casas grandes y gastan mucho dinero en diseño interior porque quieren vivir aquí con el mismo estilo de vida que tenían en el exterior».
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El atractivo no se limita a mansiones aisladas. Times of Israel también mencionó la reciente venta de una casa histórica de más de cien años en Talbieh, que había pertenecido al filósofo Martin Buber y fue vendida por 21 millones de dólares, así como edificios completos del período del Mandato Británico en barrios como Rehavia, ofrecidos hoy como un solo activo.
Para este segmento del mercado, explican los corredores, el valor no está dado por el lujo estandarizado, sino por la escasez y la imposibilidad de replicar estos activos. Como sintetiza Cohen, la demanda responde a una convicción de largo plazo: «La gente siempre va a querer comprar aquí», en la histórica capital de Israel.













