El cantante JJ, ganador del Eurovision 2025, cuya final se celebró el 17 de mayo último en la ciudad suiza de Basilea, dijo que quiere que la edición 2026 del popular festival musical se celebre en Viena, la capital de Austria, su país, pero «sin Israel».
Johannes Pietsch, el cantante de 24 años que se presenta como JJ y ganó el certamen con Wasted Love, un bizarro tema que combina tonos de ópera con frenética música electrónica, se sumó además al coro del llanto europeo que pide una revisión del sistema de televoto.
La votación del público, como se sabe, le permitió a la representante de Israel, Yuval Raphael, terminar en un espectacular segundo puesto, a pesar de haber sido despreciada por la mayoría de los jurados profesionales de los países que participaron del evento.
Por cierto, Pietsch encontró el micrófono adecuado para expresar su resentimiento: lo entrevistó el diario El País, de España, donde el primer ministro Pedro Sánchez no tiene últimamente cosas más importantes que hacer que -también- atacar la presencia de Israel en Eurovision.
(El título de la nota del diario es un buen ejemplo del resentimiento de estos sectores: «JJ, ganador de Eurovisión 2025: ‘Ojalá el año que viene el festival se celebre en Viena y sin Israel'»).
Pietsch se mostró de acuerdo con su predecesor, el también bastante bizarro Nemo Mettler, de Suiza, ganador del Eurovision 2024 en la ciudad sueca de Malmö, donde la israelí Eden Golan terminó en un buen quinto puesto… gracias al televoto.
El austríaco «está de acuerdo al 100% con Nemo» en que «Eurovisión necesita algunos arreglos», remarcó el artículo de El País. En especial, le dijo JJ al diario español, el certamen «necesita hacer cambios en cuanto al sistema de votación y a quién participa en el festival».
Un reclamo con antecedentes
La participación de Israel ya había estado en el blanco de los odiadores pro-palestinos en la edición de Suecia, donde Eden Golan tuvo que soportar abucheos de parte del público y hasta el acoso de algunos de sus rivales europeos.

Estos sectores expresaron de manera incansable su oposición a la participación de Israel en Eurovision a causa de la guerra en Gaza, pero sin mencionar el ataque terrorista de Hamas que encendió la mecha ni a la suerte de los rehenes secuestrados el 7/10 que sufren en el enclave palestino.
«Tendría que haber mayor transparencia en el tema del televoto» porque «este año fue todo muy extraño al respecto», elucubró JJ, sin brindar ningún argumento técnico que sostenga su apreciación.
Israel se quedó con el voto popular en doce países y en el bloque del resto del mundo. Los televidentes pueden aportar su voto varias veces, utilizando su tarjeta de crédito.
El coro anti-israelí viene apuntando contra el sistema de televoto desde que bajó el telón en Basilea. Pero sin dar explicaciones al hecho, por ejemplo, de que Yuval Raphael resultó la favorita del público en países con gobiernos rabiosamente críticos de Israel, como Irlanda y España.
¿Cuantos votos pueden aportar los 2.500 judíos que viven en Irlanda, un país de más de cinco millones de habitantes? ¿O los 50.000 de España, donde viven casi 50 millones de personas?
En Viena, y con prohibiciones
«Es muy decepcionante ver que Israel sigue participando en el concurso», siguió Pietsch, quien -alentado por el reportero español- dedicó gran parte de la entrevista a este tema.
«Me gustaría que el año que viene Eurovisión se celebre en Viena y sin Israel«, pero es una decisión de la asociación de emisoras que organiza el festival, reconoció.
«Nosotros, los artistas, solo podemos alzar la voz sobre el asunto», protestó el austriaco, que trabaja en la Ópera de Viena, según recordó el diario madrileño.
Una bandera en el bolsillo del pantalón
Durante la entrevista, JJ ventiló más frustraciones. «Voy a aprovechar la oportunidad y usar esta plataforma tan grande como es Eurovision para defender los derechos para toda la comunidad queer y para asegurarme de que tengamos más igualdad», prometió.
Según la visión de Pietsch, «todavía hay un gran estigma en torno a nosotros y, desafortunadamente, Europa se está volviendo cada vez más conservadora, dando pasos atrás. Es muy, muy decepcionante y hay que hacer algo al respecto», propuso.
El ganador de Eurovision 2025, dijo El País, «considera una prueba de ese retroceso en el continente que su propio certamen de la canción no permitiera a los artistas participantes mostrar ninguna bandera LGTBI+ sobre el escenario ni en cámara».
«Aunque me consolaba saber que el público podía hacerlo, intenté colar una bandera durante la final, pero me pillaron», dijo el ganador del Eurovision 2025.
«La tenía guardada en un bolsillo de mi pantalón y alguien de la organización vio lo que llevaba. Justo antes de salir al escenario me dijeron: esa no es la bandera de tu país, no puedes sacarla. Por poco, casi lo consigo», le contó al diario español.