Siendo un país pequeño rodeado de enemigos, no sorprende que la tecnología que se desarrolla en Israel tenga mucho que ver con el espionaje, la inteligencia y la recopilación de datos. Y algunas veces, cuando se exporta, esa tecnología puede generar polémicas.
Ese es el caso de Cellebrite, una empresa de análisis forense digital que tiene su base en Petah Tikva, en la periferia este de Tel Aviv. Su plataforma, precisamente, brinda herramientas a organismos policiales y empresas para recopilar, revisar y analizar datos en telefonos digitales.
Fundada en 1999 por un grupo de jóvenes emprendedores que se conocieron durante su servicio en las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), Cellebrite es una de las estrellas recientes en Wall Street y en el segundo trimestre de este año declaró ingresos por 113,3 millones de dólares.
Ese monto representa un crecimiento del 18 por ciento interanual, impulsado por el incesante interés de las fuerzas policiales y de espionaje de medio mundo por su plataforma que «acelera la justicia» al obtener datos, por ejemplo, atrapados en teléfonos celulares.
Según el reporte que presentó a mediados de este mes de agosto, la empresa israelí de tecnología tuvo en el segundo trimestre del 2025 ingresos por suscripción de 103 millones de dólares (un 21 por ciento más interanual) e ingresos recurrentes anuales por 418,9 millones de dólares (+21 %).
Una fusión importante
Pocas semanas antes de la presentación de ese informe, Cellebrite había concretado la adquisición, por 200 millones de dólares, de la estadounidense Corellium, también especializada en la extracción y gestión de datos en teléfonos celulares.
La operación representó «una importante fusión que promete brindar a las fuerzas de seguridad herramientas sin precedentes para extraer datos de dispositivos electrónicos confiscados», señaló en aquella oportunidad el portal de la revista Forbes.
«Al intentar encontrar una vulnerabilidad en los iPhones de Apple o dispositivos Android, muchos investigadores de ciberseguridad utilizan una herramienta de la startup Corellium, con sede en Florida», recordó el periódico norteamericano.
«En lugar de arriesgarse a dañar un dispositivo físico al hackearlo, que posteriormente tendrían que reemplazar -añadió Forbes-, pueden crear una versión virtual del teléfono en Corellium».
La compra de Corellium amplió todavía más la caja de herramientas de Cellebrite, una plataforma que aplican cada vez más las fuerzas policiales y de seguridad en todo el mundo.
Sin ir más lejos, la tecnología israelí está siendo utilizada en estos días por oficiales de justicia abocados a la investigación de un escándalo que sacudió a la política en Argentina, un caso relacionado con presuntos sobornos en una oficina gubernamental de asistencia a discapacitados.
Un sofisticado teléfono Samsung de última generación, perteneciente a uno de los sospechosos en el caso, «sigue sin poder abrirse», señalaba este miércoles el diario La Nación, de Buenos Aires. «Para ese caso -completó- se pidió colaboración a la empresa israelí Cellebrite».
Algunas controversias
Aunque Cellebrite «se presenta como una empresa que asiste a las fuerzas del orden», principalmente vendiendo su tecnología a cuerpos policiales para extraer información de dispositivos incautados, «las controversias surgieron una y otra vez», reconoció la prensa israelí.
Uno de esos casos alcanzó relevancia internacional y hasta fue señalado por Amnistía Internacional, que acusó al software de Cellebrite de ser utilizado para rastrear a periodistas y manifestantes opositores en Serbia.
«Desde que salimos a bolsa, nos esforzamos por dejar claro que no somos, ni fuimos nunca, una empresa de espionaje», le dijo al portal israelí CTech uno de los fundadores de la compañía, Yossi Carmil.
El argumento frente a las acusaciones, continuó, es «sencillo: nuestra plataforma solo es relevante una vez que se incautaron las pruebas, entramos en acción tras la recopilación de pruebas en la escena del crimen o por orden judicial».
Recién «en ese momento -enfatizó-, utilizamos nuestras herramientas, estrictamente dentro de los límites de la ley».
En su sitio de internet, la empresa israelí propone a los funcionarios policiales y judiciales: «acelere la justicia con Cellebrite». La plataforma, explican, «ayuda a los equipos de investigación» a «cerrar casos de forma más rápida, inteligente y defendible que nunca».
Según el analista Miguel Flores, Cellebrite estuvo presente en el proceso de investigación de varias causas de alto perfil en América Latina, incluyendo una pesquisa sobre tráfico de influencias en Chile y el atentado contra la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
(También recurrieron a esta tecnología israelí los agentes del FBI que investigaron el intento de asesinato del entonces candidato presidencial Donald Trump en Pennsylvania, en Estados Unidos, en julio del 2024).
Ni secretos ni clasificados
En América Latina, al menos por ahora, «no hay reportes de uso de la herramienta fuera de un contexto supuestamente legal», admitió Flores en un artículo en el portal Derechos Digitales.
De todas maneras, hay recordar que el uso de este tipo de software «es conocido como una forma de hackeo gubernamental, toda vez que permite la vulneración de los recursos de seguridad de dispositivos o aplicaciones personales», apuntó el especialista.
Por eso, propuso, «el uso de técnicas de este tipo requiere un conjunto de salvaguardias para que sea legítima y genere pruebas válidas en un proceso judicial».
En la entrevista con CTech, Carmil se quejó de que «se hizo común presentar a Cellebrite como si operara en una zona gris», aunque «simplemente no es así», aseguró.
«Operamos en países que cumplen la ley y trabajamos exclusivamente con agencias de cumplimiento legítimas -agregó-. Somos mucho más aburridos de lo que la gente cree: no somos secretos ni clasificados».
«De hecho -concluyó Carmil-, la mayoría de nuestras licitaciones gubernamentales están disponibles públicamente en línea».













