Un reporte del influyente think tank estadounidense Rand afirmó que, en medio de la caldera en la que se convirtió el Medio Oriente, «a menudo pasa desapercibida» la situación de Irán, país que está teniendo un año «terrible, horrible, muy malo».
Pero, «a diferencia de la mayoría de los otros actores» de la crisis regional, el régimen de Teherán «solo se puede culpar a sí mismo» por su situación, señaló el autor del análisis, Raphael Cohen.
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«Pensemos -propuso el analista- en la posición estratégica de Irán el 6 de octubre del 2023», el día anterior a la matanza perpetrada por Hamas, la organización islamista de Gaza que financia Teherán, contra el sur de Israel, donde dejó 1200 muertos.
Las fuerzas armadas de Estados Unidos se encontraban empeñadas entre varias «demandas contrapuestas» y «buscaba reducir su presencia militar en Medio Oriente», lo que acercó a Irán «a lograr uno de sus objetivos a largo plazo: librar a la región de la influencia» de Washington, apuntó.
¿Un eje Teherán-Moscú?
Irán, siguió Cohen, ya había sufrido «un golpe estratégico» con la firma de los Acuerdos de Abraham entre Israel y algunos países árabes moderados, pero Teherán «contrarrestó eso en parte forjando vínculos militares más estrechos con Moscú».
«Es cierto que Irán seguía bajo importantes sanciones, pero la administración Biden descongeló unos 6.000 millones de dólares en fondos iraníes a cambio de liberar a prisioneros estadounidenses», recordó.

Ahora, «pensemos en dónde se encuentra Irán sólo un año después», pidió Cohen, quien señaló, por ejemplo, el caso del asesinato selectivo de uno de los principales líderes de Hamas, Ismail Haniyeh, alcanzado por una explosión el 31 de julio de este año cuando se encontraba en Teherán.
Mientras Hamas se encuentra de rodillas ante la campaña israelí lanzada después del 7/10, Hezbollah, «la joya de la red de aliados» de Teherán, fue diezmado «hasta el punto que Irán necesita atacar a Israel en nombre del grupo, en lugar de lo contrario».
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«Tal vez el lado positivo para Irán en este caso sea que podría haber sido peor», especuló el analista de la Rand.
Los ataques iraníes con misiles en abril y en octubre «no mataron a israelíes ni causaron daños significativos: si lo hubieran hecho, la represalia de Israel probablemente habría sido mucho más enérgica», comentó.
Tolerancia al riesgo
De todas maneras, «la tolerancia iraní al riesgo está aumentando», advirtió Cohen. «Disparar cientos de misiles balísticos contra un adversario militarmente superior es un juego peligroso».
Y hacerlo «mientras se pide repetidamente la aniquilación de un estado probablemente dotado de armas nucleares, militarmente superior y respaldado por una superpotencia, con un gobierno de derecha dispuesto a contraatacar con dureza, es una apuesta potencialmente suicida».

«Estratégicamente -sugiere el artículo sobre el año horrible-, la opción más inteligente para Irán en este momento sería retirarse a las sombras, reconstruir su red de aliados y luchar otro día».
Sin embargo, «no es eso lo que Irán parece tener intención de hacer: ya sea por cuestiones de política interna, por temor a perder prestigio en el escenario internacional o simplemente por un deseo de venganza, el régimen parece decidido a redoblar sus esfuerzos».
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Lamentablemente, escribió el autor, «Estados Unidos y sus socios europeos pueden sancionar a Irán todo lo que quieran» e «Israel podría bombardear los yacimientos petrolíferos iraníes, pero eso tal vez no cambie la conducta» del gobierno de los ayatollahs.
Sin opciones
Cohen destacó que, «si la disuasión por medio del castigo no funciona», Estados Unidos y Occidente tendrán que «destruir la capacidad de Irán de atacar a Israel y ayudar a sus aliados» como Hamas y Hezbollah.
Se trata, subrayó, de una tarea «difícil, ya que requiere destruir partes importantes de la capacidad militar de Irán en lugar de simplemente amenazar con infligir dolor».
«Pero si el régimen iraní parece decidido a intensificar la ofensiva, Estados Unidos y sus aliados tal vez no tengan otra opción». En ese caso, completó el analista, si «este año fue terrible para Irán, el año próximo podría ser aún peor».