La idea de un «cerebro híbrido», en el que la cognición humana se combine directamente con la inteligencia artificial (IA), suena a ciencia ficción. Sin embargo, en Israel ya se está trabajando de manera concreta en esa dirección.
La Reichman University, en Herzlia, acaba de crear un nuevo centro de investigación aplicada del cerebro que buscará explorar «la interfaz entre la inteligencia cerebral y la IA«, según explicó El profesor Itzhak Fried, quien fue convocado para fundar y dirigir el programa.
Fried, uno de los mayores expertos mundiales en estimulación cerebral y con una extensa carrera también en universidades de Estados Unidos, sostiene que el concepto no es una metáfora.
Del laboratorio a un cerebro híbrido
«Tecnologías que ya están en el horizonte permitirán en el futuro leer información directamente del cerebro y escribir información en él, evitando por completo los sentidos», dijo el investigador durante una extensa entrevista con el portal israelí Globes.
Y fue todavía más directo: «suena a ciencia ficción, pero ese es el objetivo«.
Según Fried, incluso ya existe una forma primitiva de esa interacción. En la actualidad, describió, la IA «escribe» información en nuestro cerebro, pero lo hace a través de nuestros sentidos. «El objetivo es llegar a un punto en el que podamos hacerlo evitando los sentidos«, explicó.
En ese escenario, advirtió, la frontera entre lo humano y lo computacional podría volverse difusa: «No necesariamente sabremos qué es nuestro y qué provino de la computadora. Pero la verdad es que incluso hoy no siempre estamos seguros», comentó.
Aplicaciones médicas y calidad de vida
El profesor relató que recientemente visitó Neuralink, la empresa de Elon Musk dedicada a implantes cerebrales, donde se desarrolló un chip que se inserta en el órgano, «extrae de él la mayor cantidad de datos posible y luego, usando una serie de algoritmos de IA, lo «reprograma».
Para el profesor israelí, el objetivo final es avanzar hacia un cerebro que sea «en parte humano, compuesto por neuronas, y en parte computacional, hecho de silicio«.
Más allá del impacto conceptual, Fried subrayó que las aplicaciones más cercanas están vinculadas a la salud y la calidad de vida. El objetivo declarado de la mayoría de las empresas del sector, remarcó, «es permitir que personas completamente paralizadas, incluidas aquellas que han perdido la capacidad de comunicarse, puedan expresarse directamente desde su cerebro hacia una computadora«, explicó.
La diferencia entre las compañías, añadió, está en «el nivel de invasividad» de las tecnologías que utilizan.
En Israel, ese tipo de intervenciones ya empieza a salir del laboratorio. Fried confirmó que «hace unas semanas se realizó en el Hospital Hadassah la primera operación para implantar electrodos utilizando el método en el que me especializo«, y anticipó que otro centro médico, el Ijilov, «también espera adoptarlo«.
Según el investigador, aunque se trata de una tecnología costosa, «su potencial para transformar la vida de pacientes con epilepsia y Parkinson es sustancial«, y podría ser relevante también para el tratamiento del trastorno de estrés postraumático.
Para Fried, el desafío no es solo tecnológico, sino también humano. «No estamos construidos para manejar tanta información«, advirtió.












